Altar en honor a Cibeles y Atis |
Hilaria
privada
La Hilaria recibe el nombre, siendo más “oficial”,
de Hilaria
Matris Deum; la idea es distinguirla del término privado de hilaria –que en latín significa «alegría,
regocijo»- en relación a los días de júbilo familiar, como puede ser la
celebración de una boda o el nacimiento de un hijo. Aunque este término es
tardoimperial (siglo IV, posiblemente).
Origen del
festival
Como se explica en los Ludi Megalenses, el culto a
Cibeles llegó a Roma durante el siglo III a. C., por lo que es de suponer, que
el culto a Atis comenzó a popularizarse a partir de esa fecha, procedente de
Asia Menor. Lo que no se sabe es la fecha exacta de la primera Hilaria, ni a
iniciativa de quien se instauró.
Ya en tiempos imperiales se realizan anualmente,
como aseguran Herodiano o Macrobio, por lo que debe considerarse la popularidad
entre los romanos del festival, siendo conocidos y muy participativos.
Nota del
autor
Para saber algo más sobre Cibeles, ver Ludi Megalenses.
El dios Atis
Joven dios consorte de Cibeles, de origen frigio
–en Asia Menor-, cuyo culto fue aceptado tanto por griegos como romanos.
Representa el ciclo vital de la vegetación: el dios muere en invierno y
resucita en primavera. Cuenta el mito que se castró bajo la sombra de un pino,
enloquecido –aunque las circunstancias y el árbol pueden variar según la
procedencia del mito y el autor que lo relate-. Culto sangriento cuyos
sacerdotes, los galli, son eunucos.
Atis está al servicio de Cibeles.
Cibeles y las
Hilarias, según Macrobio
Este autor en sus Saturnales I (21, 7-10)
reflexiona sobre la naturaleza de Cibeles y el inicio de la primavera,
culminando con una explicación sobre la razón de las Hilarias: “De modo similar, los frigios, aunque con
leyendas y prácticas religiosas diferentes, ofrecen la misma concepción de la
Madre de los Dioses y Atis. Pues, ¿quién dudaría que la Madre de los Dioses es
considerada la tierra? Esta diosa es conducida por leones, animales llenos de
ímpetu y vehemencia, como la naturaleza del cielo, cuya bóveda encierra el aire
que transporta la tierra. Una flauta y una vara adornan al sol, porque los
vientos, entre los cuales no existe la igualdad, toman del sol su propia
esencia; la vara, en cambio, confirma el poder del sol, que lo gobierna todo.
Ahora bien, que la consideración del sol se torna fundamental en estas
ceremonias sagradas puede deducirse asimismo del hecho de que, en el ritual de
este pueblo, el comienzo de la alegría se celebra el octavo día antes de las
calendas de abril, una vez que el sol ha completado el descenso y se ha puesto
fin a la simulación del duelo. A este día lo llaman las Hilarias, porque es el
primero en el que el sol hace el día más largo que la noche.”
Una anécdota
histórica
Durante el principado de Cómodo se rebeló un
antiguo militar llamado Materno, reconvertido en salteador de caminos. Gozaba
este desertor de prestigio entre sus hombres –la mayoría caído en desgracia
como él-. Materno solo tenía en mente una cosa: acabar con Cómodo. Para ello
ideó un arriesgado y singular plan durante las Hilarias del año 187 d. C. Así
lo detalla Herodiano en su Historia del Imperio Romano I (10, 5-6): “Al comienzo de la primavera, cada año en un
día fijo, los romanos marchan en procesión en honor de la madre de los dioses.
Todos los objetos más valiosos de los particulares y los tesoros imperiales,
auténticas maravillas por su material o por su labor artística, desfilan en la
procesión delante de la diosa. Se da a todo el mundo licencia absoluta para
cualquier tipo de diversión y cada uno se disfraza como quiere. Y no hay cargo
tan alto o privilegiado que no permita a quien quiera hacerlo disfrazarse con
su indumentaria y con ello divertirse y esconder la verdadera identidad de tal
forma que no sea fácil distinguir entre la persona real y la imitada. Materno
pensó que era la ocasión propicia para que el plan se pusiese en práctica sin
despertar sospechas. Creyó que, si se disfrazaba de pretoriano y se armaba del
mismo modo a los suyos y, luego, se mezclaba entre la multitud de guardias de
tal manera que fuera considerado como parte integrante de la comitiva, nadie
estaría prevenido cuando se abalanzara inopinadamente sobre Cómodo y lo
mataría.”
Desgraciadamente para Materno, fue delatado por uno
de los suyos, siendo apresado y ejecutado posteriormente.
El
festival
Las Hilarias duran varios días, comenzando el 15 de
marzo para finalizar el 27 de marzo, constituyendo una “semana sagrada”. Todo
el mundo puede participar en el festival como asistente, pero los ciudadanos
romanos y libertos que deseen participar activamente en las celebraciones deben
inscribirse en el collegium de los
dendróforos, “los portadores del árbol”. Las mujeres, la mayoría de noble
condición y vírgenes, se inscriben entre las canéforas, “las portadoras de los canastos”.
Ambos tienen su función específica en las Hilarias, siendo hermandades
religiosas de gran importancia social.
Día 15: Canna
intrat (la llegada de la caña)
Nacimiento de Atis y su hallazgo entre las cañas
del río Sangario, en Asia Menor. Según la procedencia del mito, lo encontraron
unos pastores o la propia Cibeles. Las canéforas son las encargadas de recoger
la caña para este día. Comienza un periodo de nueve días de ayuno, en los que
no se permite consumir pan, granadas, membrillos, así como cerdo y pescado. El
vino está a su vez prohibido, pudiéndose consumir leche. No todos respetan tal
ayuno, y menos el del vino. Ese día se sacrifica un toro.
Día 22: Arbor
intrat (la llegada del árbol)
Se conmemora la castración y muerte de Atis bajo un
pino. Los dendróforos deben cortar un árbol, y del mismo suspender una imagen
del dios. El árbol debe depositarse en el templo de Cibeles. Comienzan tres
días de luto, en las que las lamentaciones están permitidas. Bajo el principado
de Claudio este día comenzó a inscribirse en los calendarios.
Día 23: Luctus
(duelo)
Coincidiendo con el festival del Tubilustrium, el
árbol, como símbolo fúnebre, se expone en el templo de Cibeles: de igual forma
que los muertos deben velarse, así se hace con este árbol que no es otro que
Atis. El sonido de los clipeus sagrados golpeados por los salii, así como el sonido de las trompetas, asemejan a la exótica
música oriental de los coribantes, sacerdotes del culto.
Día 24: Dies
sanguinis (día de la sangre)
Se desata el frenesí entre los asistentes,
especialmente los galli, que salpican
con su sangre al azotarse los altares en honor a Atis. Los más fanáticos se
castran al estilo de los galli. Al
caer la noche, se entierra simbólicamente a Atis: en este caso encarnado por el
árbol talado por los dendróforos, junto a la imagen del dios.
Día 25: Hilaria
(regocijo)
Los sacerdotes desentierran el árbol, recorren la
multitud de asistentes, susurrando la gran noticia de la resurrección del dios.
Se desata el júbilo entre los devotos y los galli.
Los discípulos del culto acogen la noticia como una promesa de su propia
resurrección. Como se ha detallado más arriba –Una anécdota histórica-, este día se permite a todo el mundo
disfrazarse y gozar de la fiesta como desee.
Día 26: Requietio
(descanso)
Como su propio nombre indica, un día tranquilo, de
reposo tras los excesos emocionales de días anteriores.
Día 27: Lavatio
(purificación, limpieza)
Se realiza una procesión desde el templo a Cibeles
hasta el arroyo Almo, un afluente que desemboca en el Tíber a pocas millas al
sur de Roma. Se abandona la ciudad por la Puerta Capena. Una figura argenta
tallada en tosca piedra y que representa a Cibeles es lentamente transportada
por varios bueyes. La nobleza romana precede la procesión, con sus pies
desnudos. Un estrépito de tambores y sones de flautas les acompaña. El gran
sacerdote del culto, ataviado con una llamativa túnica púrpura o roja, lava con
agua del Almo la carreta, la efigie y demás objetos sagrados. Acto solemne de
gran simbolismo religioso. A la vuelta, al anochecer, a la luz de las
antorchas, se esparcen flores primaverales sobre el carro, la efigie y los
sacerdotes. Nadie parece recordar los días previos de tristeza, luto y
regocijo.
Este último día se cree fue instaurado por Augusto
(o bien por Claudio). El colegio sacerdotal de los quindecimviri sacris faciundis asiste, desde tiempos de Claudio, a
los sacerdotes de Cibeles durante el festival, siendo una de sus funciones
vigilar los cultos extranjeros en Roma.
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