Festival en honor a la diosa Fornax, más o menos
una divinización o encarnación del horno, para honrarla como garante de la
torrefacción del grano –secado y tostado del mismo-, asunto de suma importancia
para la alimentación en el mundo antiguo –y no tan antiguo-. La elaboración de harina,
ya sea de cebada, escanda o cualquier otro trigo, es la base alimenticia de
numerosas civilizaciones, y en Roma no era diferente. Sin pan las masas eran
presa del hambre, lo que provocaba tumultos violentos e incluso rebeliones.
Instituida
por Numa Pompilio
El festival, según la más antigua tradición, fue
instituida por Numa Pompilio para honrar a Fornax, en un claro ruego por su
beneplácito. En los primeros tiempos la torrefacción no era un asunto sencillo.
A menudo el grano quedaba quemado o poco tostado, lo que era una catástrofe. Por
ello, el festival solicita la protección del grano a esta deidad tan
panificadora.
Pero, ¿cuándo
se celebra la Fornacalia ?
¿Quién preside el festival?
Es una feria
conceptiva, es decir, móvil y anual, aunque sin fecha exacta. Un sacerdote
especial, el curio máximus, era el
encargado de establecer la fecha cada año, siempre dentro de la primera
quincena de febrero. Cada curia a la
que estaban asignados los ciudadanos tenía su propio sacerdote, un flamen curiales –un curio menor subordinado al curio maximus-.
Éste sacerdote designaba la fecha e incluso la hora
para cada curia, aunque no eran las
mismas para todas. Exponía en el foro romano mediante unas tablillas de madera las
diferentes fechas asignadas a cada curia, recordando claro, que todas se celebrasen
en la primera quincena de febrero.
Tras exponer las tablillas el curio maximus entonaba
un canto ritual, lo que daba comienzo oficialmente al festival.
Las treinta curiae
existentes en Roma son instituciones arcaicas, asociadas tanto a los ciudadanos
como a la tierra. Durante la
República gozaban de cierta importancia, pero ya en tiempos
del Imperio pierden sus atribuciones convirtiéndose en simples asociaciones que
podrían definirse de vecinales, aunque dispondrían de una sede “social”.
La celebración
Cada familia celebraba en su hogar un pequeño
sacrificio incruento ante el horno, para después realizar una comida en la que el
pan era el protagonista principal. En concreto se trataba de la elaboración de un
pan denominado far, elaborado de
escanda al estilo de los antiguos itálicos, tostado de forma que más que un pan
parecía un pequeño pastel. Aquellos que no dispusiesen de horno podían acudir a
la sede de su curia para ello, lo cual hacían muchos.
La elaboración de estos pastelillos en el hogar
familiar era en cierta medida el más sincero ofrecimiento a Fornax, una acción
de gracias ritual.
Tras la pequeña celebración familiar, se realizaba
una ofrenda en el horno situado en cada una de las sedes de las curiae. Habitualmente se trababa de pan
de cebada, pastelitos de escanda, algunas frutas, harina y granos, todo
ofrecido en sencillos cestos o platillos de barro.
A Fornax al final no se le rogaba únicamente por la
torrefacción de los granos, a su vez se le podía que favoreciese la cosecha
futura, así como la protección de los campos.
Cabe destacar que este festival era especialmente popular en Roma y el resto de Italia.
Cabe destacar que este festival era especialmente popular en Roma y el resto de Italia.
Stultum feriae
–el festival de los bobos-
Aquellos que por encontrarse de viaje, ocupados en
sus obligaciones o bien por pura ignorancia o dejadez, podían celebrar el
festival fuera de fecha, exactamente el 17 de febrero, en lo que se llamaba “el
festival de los tontos”, sin importar a la curia a la que perteneciese.
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