Una
vez finalizados los festivales de naturaleza fúnebre –Parentalia, Feralia-, la
Caristia hace hincapié en el fortalecimiento de los lazos familiares entre los
vivos. Por ello se realiza un gran banquete nocturno al que están invitados
todos los miembros de la familia, incluyendo especialmente a los que tengan algún
tipo de rencilla o disputa inacabada, siendo la idea primordial de la Caristia
la búsqueda de una reconciliación.
Es
sumamente grato, conmovedor y esperanzador para muchos el asistir a tal
banquete, ya que no cabe olvidar que durante nueve días se han celebrado
festivales en los que se recuerdan a los familiares fallecidos, acto doloroso y
sobrecogedor en la mayoría de los casos.
Durante
el banquete es habitual el intercambio de regalos de diverso tipo –se les
conoce como sportula-, siendo común
que los presentes sean acompañados de pan y vino. A su vez, se honran a los Lares
familiares con alimentos e incienso.
Además,
cabe recordar que según el antiguo calendario romano el mes de febrero era el último
del año –ya en tiempos del Imperio es diciembre-.
Este
festival era especialmente popular en las provincias más romanizadas del
Imperio, perviviendo al propio Imperio con algunas variaciones, quizás hasta el
siglo VI, para ira de los sacerdotes cristianos, molestos por los excesos
báquicos de tales cenas familiares.
Ovidio
en sus Fasti describe el festival del
siguiente modo:
“La festividad siguiente
recibe el nombre de Caristia por los familiares queridos. Una muchedumbre de
parientes acude ante los dioses de la familia. Resulta realmente consolador
apartar la mirada de las sepulturas en que yacen los allegados que han fallecido
y dirigirla a los vivos, así como, después de haber perdido a tantos,
contemplar lo que aún queda de nuestra sangre y calcular el grado de
parentesco. Pero ¡qué vengan sólo los virtuosos! Lejos, muy lejos de aquí, el
hermano impío y la madre que se muestra cruel hacia sus propios hijos; aquel
que piensa que su padre vive demasiado tiempo; el que intenta calcular los años
que aún le quedan a su madre; la suegra malvada que acosa a la nuera, a la que
odia. Vosotros, los virtuosos, ofreced incienso a los dioses de la familia
(dicen que la dulce Concordia muestra especialmente su asistencia en ese día) y
ofrendad también alimentos para que el plato que les sirve-garantía de una
veneración que les es grata- sirva de alimento a los Lares de túnica remangada.”
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