Bona Dea, la “Buena Diosa”, una divinidad arcaica
que representa la fertilidad de la tierra y, por extensión, de las mujeres;
aunque también se la asocia a la castidad y la virginidad. Su culto es
exclusivo para las féminas, los hombres tienen prohibido participar en sus
ritos y festivales. Diosa de la herborista curativa, siendo una gran sanadora
de hombres y mujeres.
El nombre de
la diosa
Bona Dea es un seudónimo empleado para ocultar su
verdadero nombre a los hombres, solo conocido por las vestales encargadas del
culto a la diosa. Según algunos mitólogos romanos, tras el “falso” nombre de Buena Diosa se oculta Fauna o Fatua, que
no sería otra que la esposa o hija de Fauno, deidad protectora de los bosques y
el mundo agreste. Sin embargo, su nombre “oficial” es Maia Bona Dea ad Saxum, siendo esposa de Vulcano.
A veces se la denomina Fenta Fauna “la profetisa”,
ya que envía profecías a las mujeres. Otros nombres y epítetos son Feminea Dea, Caelestis, Sancta, Lucifera, Regina
Triumphali, Opifera, Agrestis, Sevina o,
simplemente, Domina.
Algunos historiadores romanos especulan que su
verdadero nombre es Damium,
asociándolo a Deméter. A la sacerdotisa que realiza los sacrificios en su honor
se la denomina Damiatrix.
El templo de
Bona Dea en Roma
Cuándo fue fundado es un misterio incluso para los
romanos. Sin embargo, Ovidio en sus Fasti V (150-160), nos describe
someramente el posible origen del templo:
Templo de Bona Dea: situado en el punto rojo del mapa |
“Mientra
tanto, hay que cantar a la Bona Dea. Existe un peñasco en su sitio originario,
que dio nombre al lugar. Lo llaman Saxum –simplemente “La roca”-; abarca buena
parte del monte Aventino. En esta roca se había instalado en vano Remo el día
de que los pájaros del Palatino dieron las primeras señales a su hermano. Los
padres levantaron en una calva de suave ladera un templo que aborrece la mirada
de los varones –los hombres no pueden entrar en el templo de lo diosa-. Lo
dedicó una heredera de los clausii –Claudia Quinta-, cuyo cuerpo virginal no
había tocado varón alguno. Livia lo restauró, con lo que imitaba y seguía a su
marido punto a punto.”
Situado en el Aventino, barrio plebeyo. De hecho,
de modo coloquial, a las mujeres panaderas y dulceras de este barrio se las llama
a veces bonadensis. El famoso Saxum está situado en la misma ladera
que el templo. Existe un antiquísimo santuario al aire libre junto a esta roca.
El perímetro del templo está amurallado, dividiendo
en dos partes diferenciadas el conjunto templario: una sagrada, donde está el
propio edificio del templo, las dependencias de las encargadas y el herbarium –un bosquecillo sagrado,
jardín y huerto-; en la parte profana se hallan los dispensarios donde son
atendidos los que acuden al templo para curar sus dolencias.
El acceso a la parte sagrada está solo permitido a
las mujeres, sin importar condición social; los únicos hombres que pueden
entrar son aquellos invitados por las vestales –pese a la santidad del lugar,
las reparaciones y trabajos pesados requieren de artesanos y trabajadores fornidos-.
El templo es un célebre herbarium de plantas medicinales, cultivadas por las sacerdotisas
en sus huertos. Acuden multitud de personas con diferentes dolencias en busca
de medicinas, siendo muy popular y concurrido. Los hombres tienen permitido
realizar ofrendas y solicitar esta ayuda médica.
Por el templo pululan multitud de inofensivas
serpientes. Símbolo del poder de la tierra y, por lo tanto, consideradas
sagradas y vinculadas a Bona Dea, aunque también a Terra, Ops o Ceres.
En el Occidente romano, como Italia, Hispania o
Britania, los templos a Bona Dea imitan las características de su templo
“madre” en Roma.
Festival de
mayo
Se celebra en el templo del Aventino, oficiado por
las vestales. En otras ciudades lo ofician vírgenes o matronas romanas. No
pueden acudir durante el festival ni hombres ni animales machos: nada masculino
puede estar presente –incluidos retratos o bustos-. A ambos festivales sólo
acuden vírgenes y matronas romanas.
El templo se engalana con todo tipo de motivos
florales y vegetales, representando el crecimiento, aunque está expresamente
prohibido emplear mirto.
Se realizan libaciones de vino, aunque en un modo
tanto picaresco. A este vino se le denomina “leche” –en latín lac-; de hecho, está prohibido llevar
vino a este templo. Se sirve en unos recipientes llamados mellarii –vasos para conservar la miel-.
Tras la libación, se realiza el sacrificio. La Damiatrix se encarga de oficiarlo. Una
cerda es la víctima propicia, ofrendando las entrañas a Bona Dea. Esta cerda
recibe el nombre de Damium.
Tras los ritos se disfruta de un banquete en honor
a la diosa; presente en su lectisternium
–un triclinio sagrado-, representada en una estatua recostada junto a una
serpiente. También se tiene especial consideración con la diosa Maia, que
representa el crecimiento de todas las cosas vivas, sobre todo vegetales.
Flautistas y danzarinas, todas mujeres, amenizan el
festival a lo largo de toda la noche. Se realizan juegos de todo tipo, todo
bien regado con vino puro. En ocasiones estas largas vigilias terminan
convirtiéndose en verdaderas orgías.
Festival de
diciembre
Idéntico al de mayo, salvo por algunos detalles. En
este caso no se realiza en los templos, sino en la casa de la esposa del
magistrado principal de Roma –según el caso puede ser uno de los cónsules,
pretor o el pontifex máximus (en
tiempos del Imperio se trata del emperador)-. Las mujeres expulsan de la casa a
todos los hombres.
Esta matrona de virtud intachable –al menos se le
presupone-, es la encargada de oficiar las libaciones y los sacrificios,
ofreciendo su hogar como templo. Las vestales trasladan allí la estatua de Bona
Dea para que disfrute del banquete nocturno.
Mirto y vino
Según un mito Fauno azotó a su esposa –considerada
en este caso como Bona Dea- con una rama de mirto por embriagarse con vino. Por
ello, tanto el vino como el mirto están prohibidos en su culto.
Mala
reputación
Para no pocos romanos este festival tiene mala
reputación. La ingesta de vino puro –sin aguar-, el banquete nocturno y el que
sólo puedan participar mujeres es extraño para la moral masculina romana –sin
mencionar las orgías-. Sin embargo, al estar auspiciado por las vestales, poco
pueden hacer para impedir que las matronas acudan al mismo.
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