Festival de purificación y lustración de las armas,
celebrado en el monte Aventino –al sur de Roma-, donde se hallaba el vicus armilustri. Aquí se encontraba un
lugar que se denominaba precisamente Armilustrium,
justo al sur del templo a Juno Regina, pero fuera del sagrado pomoerium.
El Armilustrium
Recinto amurallado pero amplio, rodeado de pórticos
con escenas marciales y los restos de numerosos botines de guerra arrancados a
los enemigos, los cuales podían ser admirados por los ciudadanos romanos. El
centro estaba dominado por un magnífico altar dedicado a Marte, al cual rara
vez no se le ofrendaban sacrificios –sin importar en demasía la fecha-. En una
de sus esquinas, donde se hallaban las murallas más antiguas, yacía la tumba
del rey sabino Tito Tacio, bajo la sombra de un vetusto roble.
Festivales
bianuales
De carácter bianual, el primero, celebrado en
marzo, daba inicio al comienzo del año “bélico. El segundo, en octubre, daba
por finalizado el tiempo de las campañas militares. Obviamente, estos meses
estaban cargados de simbolismo militar.
Nota del autor: Comitium
Según algunos historiadores y arqueólogos, el festival de marzo no se celebraba en el Armilustrium, sino en el Comitium, en la esquina noroeste del foro romano.
Según algunos historiadores y arqueólogos, el festival de marzo no se celebraba en el Armilustrium, sino en el Comitium, en la esquina noroeste del foro romano.
El festival
en el Armilustrium
Los salii,
sacerdotes de Marte, purificaban las armas dando fin al año bélico –junto al tubilustrium-, mientras se tañían las tubae, trompetas empleadas en las
guerras y ritos religiosos. Ejecutaban con sus lanzas y escudos una danza
arcaica y extraña, acompañada de un cántico cuyo significado ya se perdía para
los romanos. Si existían botines de guerra, eran exhibidos en el lugar.
Al lugar acudían multitud de soldados completamente
pertrechados para la guerra, como si pasasen revista ante el propio Marte. Todo
un espectáculo.
La idea de tal festival y rito, además de dar como
terminadas las campañas al llegar el invierno, era la purificación de las armas
manchadas simbólicamente con la sangre de los enemigos caídos en la guerra. Los
romanos, supersticiosos con aquello vinculado a la muerte y la sangre, se
protegían de este modo de cualquier mismas o mancha de índole religiosa o mágica,
si es que puede denominarse de ese modo.
Decadencia
del festival
Con la expansión de Roma por Italia y la conquista
de su imperio, las tropas se fueron estacionando en las lejanas fronteras, por
lo que este festival fue perdiendo algo de su lustre, pues las tropas
ciudadanas que acudían en multitud dejaron de hacerlo en tan gran número. El espectáculo
se deslucía y el interés de los ciudadanos también.
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