
Para comenzar nada mejor que nuestra Piel de Toro, para complementar un poco la información que se encuentra en el Libro de la Luz sobre Hispania –páginas 69 y 70-.
En la época en que se desarrolla Arcana Mvndi la feraz, indómita y heterogénea Hispania lleva conquistada en su totalidad casi doscientos años, aunque algunas regiones como la costa mediterránea y la Bética son romanas desde hace varios siglos. Las riquezas de Tarsis y su longevo rey Argantonio, las guerras púnicas, Aníbal, Viriato, el asedio de Numancia y las guerras celtibéricas son ahora parte de la “antigüedad” de los orgullosos hispanos.
Gran parte de Hispania está romanizada y aunque la propaganda imperial la denomina “togada” –que tiene costumbres romanas-, en realidad numerosas regiones y campos mantienen sus lenguas y costumbres. El norte de la Tarraconense y la Lusitania no son tan romanas como podría pensarse. Fuera de las ciudades de estos territorios, el campo y el mundo agreste aún es extraño y bárbaro. Quizás no tanto como antaño pero lo suficiente para los ojos de un romano.
Hispania es clave para el Imperio en diferentes aspectos. Sus riquezas mineras, agrícolas y ganaderas son célebres en todo el Mediterráneo: sus mercaderías llegan a lugares distantes como Britania y Siria. Las calzadas unen a las ciudades más importantes, con magníficos puentes que sortean los numerosos ríos y riachuelos. Aunque la orografía hispana es compleja, Roma ha sabido unir lo que antes estaba dividido por montañas y terrenos agrestes y boscosos.
Sus eruditos, filósofos, literatos e incluso emperadores son motivo de orgullo de sus habitantes. En el Senado de Roma, núcleo político del mundo antiguo, la factio hispana es numerosa y poderosa, debido sobre todo a su riqueza. Procedentes de las grandes ciudades de Hispania, como Corduba, Emerita Augusta, Tarraco, Itálica, Cartago Nova, Barcino, Hispalis, Astigi, Gades, Caesaraugusta, y un largo etcétera, su influencia se deja notar.
Situada lejos de la frontera, Hispania posee una sola legión situada en la actual León –legio VII Gemina- cuya función principal es controlar las minas del noroeste y que el resto del territorio esté tranquilo. Esto no significa que sea el único ejército. Son varias las cohortes auxiliares reclutadas in situ, además, cada municipio y ciudad importante posee una milicia formada habitualmente por jóvenes y unos pocos veteranos, cuya misión principal es proteger de bandidos y salteadores los alrededores de la ciudad, así como custodiar los lugares importantes de la ciudad, como los mercados y puertos.
En el aspecto religioso, los hispanos han aceptado el culto a los dioses grecolatinos, pero en numerosos casos mezclándolos con sus dioses indígenas. Sin olvidar a los dioses procedentes del Oriente y Egipto, también presentes. No es raro que un hispano adore al emperador, a diversos dioses egipcios y orientales, pero a la vez sentir devoción por los dioses de sus antepasados, llevando ofrendas a los santuarios que aún se encuentran en bosques y montes.
Los tres conflictos a finales del siglo II
A partir del 171 d. C. hasta el 176 Hispania sufre la invasión de diversas tribus mauri, procedentes de Mauretania Tingitana –a groso modo Marruecos-. Estas gentes bárbaras y salvajes logran cruzar el estrecho y recorrer el sur de Hispania provocando el caos con sus saqueos y violencia. La VII Gemina tarda varios años en eliminarlos debido a lo complicado del terreno y al hecho de que actúan en pequeños grupos. Tras esta guerra la región se torna problemática debido al hambre y la destrucción ocasionadas, son numerosos los hispanos que tienen que dedicarse durante años al bandidaje para subsistir.
A partir del 186 d. C un desertor llamado Materno logra reunir un ejército con gentes procedentes de la Galia y con los hispanos que habían actuado como bandoleros tras la guerra contra los mauri. Actúa sobre todo en la Galia y el norte de Hispania. Finalmente es derrotado por Pescennio Níger, aunque logra huir junto con algunos de sus hombres a Roma para intentar asesinar a Cómodo.
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La guerra civil entre los pretendientes a la púrpura imperial Septimio Severo y Clodio Albino afectará a Hispania especialmente cuando finalice la guerra tras la batalla de Lugdunum (197 d. C): son numerosos los partidarios de Albino que se obstinan en seguir la lucha, especialmente entre la nobleza. La VII Gemina hasta el momento dudosa entre Albino y Septimio, se decanta por este último y lucha contra los ahora rebeldes hispanos en la Tarraconense.
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