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Calendario religioso romano: Spei Victoriis Duabus -1 de agosto-

Moneda de cobre de Vespasiano, y Victoria Navalis
Aniversario conmemorativo de la dedicación de dos templos en esa fecha, a Spes, la esperanza y otro a Victoria.

¡Esperanza y Victoria!
El pueblo y el senado de Roma ha medida que avanzaban en su conquista de Italia –los samnitas no se lo pusieron fácil- y pugnaban contra la gran potencia de Cartago, sufrían tantas victorias como derrotas. Acompañadas estas guerras con hambrunas, escasez y privaciones de todo tipo, sin olvidar el gigantesco coste humano y material. Tiempos inciertos, de máxima tensión, de cambios, adaptación y, por supuesto, de dudas morales, cívicas y religiosas. Por ello, en esos tiempos, se solicitó la ayuda de multitud de divinidades que conforman las mejores cualidades de un ser humano. Se erigen templos a dioses como a Virtus, Honos, Fides o Mens –la Inteligencia-; y en este caso a Spes, la esperanza, y la Victoria.
A finales de la República en Roma abundan templos que no veneran a las divinidades “clásicas”, por llamarlas de algún modo –su nombre exacto es dii consentes-. Cicerón, como algunos eruditos de su tiempo, se mofan de esta multiplicidad de dioses asimilables a las necesidades y cualidades humanas. Así lo manifiesta en su Sobre la naturaleza de los dioses II haciendo una relación de divinidades, digamos, sospechosas: “Es el caso de Confianza y de Mens […]. Ves el templo de Valor, ves el de Honor […]. ¿Qué decir del templo a Ops, del de Salvación, del de Concordia, del de Libertad o del de Victoria?”.

Sin embargo, la mayoría de los romanos sí consideran a estas divinidades importantes, dignas de confianza y veneración.

La diosa Spes
La personificación divina de la esperanza –con especial dedicación a la juventud-, con amplio culto en Italia y otras partes del occidente romano, incluyo culto privado. Spes, así como los cultos de Fortuna o Fides, poseen asistentes que reciben el nombre de magistri, la mayoría esclavos, aunque también cuenta entre sus miembros libertos y ciudadanos libres –destacar que estos magistri pueden ejercer en Italia, pero no en la propia Roma-. Entre los griegos se la equipara a Elpis, aunque no tiene culto en la Hélade.
Se la representa como una joven portando un canasto floral, a veces una cornucopia, aunque su imagen más reconocida es la de una diosa de gesto sosegado, tranquilizador, jugueteando con una simple flor en la mano.
En tiempos imperiales, Spes Augusta se identifica con una de las virtutes, una de las cualidades que hacen mejor al ser humano y, por extensión, en el caso de la propaganda de la familia imperial, la capacidad del emperador de ofrecer a su pueblo de mejores condiciones de vida –o al menos, la esperanza de ello-.

Aedes Spei
Templo erigido e inaugurado por A. Atilio Calatino durante la primera guerra púnica, como rogativa a la esperanza de ganar una guerra de incierto final. La fecha es incierta, quizás el 247 a . C., siendo censor Calatino, aunque sí se sabe el día: 1 de agosto.
Está situado en el Foro Holitorium –mercado de verduras y hortalizas-, muy cerca del teatro de Marcelo; le acompañan dos templos más, el de Juno Sospita y el templo de Jano. Los tres miran hacia el Capitolio. Está unido por un pórtico al templo de Apolo Médico –porticus post Spei ad Tiberim ad aedem Apollinis Medici-, construido por orden de M. Fulvio en el 179 a. C.
En el 218 a. C. fue alcanzado por un rayo, época de grandes temores: comenzaba la segunda guerra púnica Tito Livio en su Historia de Roma 21 (62) nos narra el estado de ánimo de Roma en aquellos momentos, cuando se produjeron numerosos prodigios: “En Roma o sus aledaños ocurrieron aquel invierno muchos prodigios, o bien, como suele ocurrir cuando se apodera de los ánimos el temor religioso, se habló de muchos y se les dio crédito de forma irreflexiva; entre ellos, que un niño de seis meses nacido libre había gritado ¡Victoria! en el mercado de verduras, y que en el mercado de ganado vacuno un buey había subido por si solo a una tercera planta y, espantado por el alboroto de los vecinos, se había arrojado al vacío desde allí, y que en el cielo habían brillado unas imágenes de navíos, y que el templo de la Esperanza que está en el mercado de las verduras había sido alcanzado por un rayo […].”

En el 213 a. C. el templo ardió, junto a otros, tras un incendio que duró dos noches y un día, creándose una comisión especial para su reparación. Desgraciadamente, el templo sufre otro incendio en el 31 a. C. En este caso Dión Casio en su Historia romana L (10) nos explica las circunstancias de este hecho, posiblemente un acto de descontento e insurrección entre los libertos: “Un incendio destruyó, entre otros monumentos, una parte considerable del propio circo, así como el templo de Ceres y uno de los dos templos de Esperanza. Se creyó que habían sido los libertos quienes habían hecho aquello, pues a todos los libertos que vivían en Italia y poseían una fortuna superior a cincuenta mil denarios se les había ordenado que pagaran, en calidad de tributo, la octava parte. A raíz de aquella disposición provocaron numerosos disturbios, crímenes e incendios y no se restableció el orden hasta que fueron dominados por las armas.”

En el 17 d. C., en tiempos de Augusto, es restaurado por Germánico, en el amplio programa restaurador ordenado por el emperador.
Como curiosidad se puede decir que el emperador Claudio nació un 1 de agosto, coincidiendo con el dies natalis del templo a Spes. Debido a ello la efigie de la diosa es habitual en las monedas acuñadas durante su principado.

La diosa Victoria
Divinidad que encarna, como su propio nombre indica, la victoria, aunque especialmente aquella relacionada con el mundo bélico. Su nombre deriva de vincere, «la vencedora», aunque Varrón, en su Lengua Latina V, es algo más creativo y la deriva de vincire, atar, “por el hecho de que los vencidos son atados”.
Es una divinidad de gran importancia en la sociedad romana, involucrada en los triunfos de los generales victoriosos y en la existencia misma de Roma como vencedora y conquistadora de la ecumene. Aparece por doquier en monedas y otros objetos, coronada, con sus características alas, llevando la palma y la corona de laurel en gesto de ofrecimiento, de triunfo, acompañada de dos trofeos, dos monumentos consagrados que representan, junto a ella, la triada de Marte, Venus y Victoria, tan importantes en el culto militar. A Victoria se le ruega para vencer antes de la batalla, y se le agradece si se derrota al adversario. Para los soldados, y especialmente los legionarios, Victoria junto a Fortuna, son sus diosas. Divinidades como Vica Pota se identifican casi plenamente con Victoria.

Templum Victoriae
Situado en el Palatino, ascendiendo desde el Velabro por la escalinata que lleva su nombre –Clivus Victoriae-, partiendo desde la Porta Romana. Esta subida se bifurca debido a la antigua casa del emperador Tiberio, la domus Tiberiana. Se trata de un tramo subterráneo, de una calle interior. Aquí muchos se esconden para jugar con dados y apostar, lo que está prohibido por ley (aunque también hay guardias por la zona que no parecen entorpecer estos juegos y apuestas).
Este templo fue, según la más antigua tradición, erigido por el mítico Evandro. Dionisio de Halicarnaso en su Historia antigua de Roma I (32, 5), lo narra sucintamente al describir las obras de este rey: “En la cima de la colina eligieron el lugar consagrado a la diosa Victoria e instituyeron sacrificios anuales en su honor, que incluso en mi época los romanos le ofrecían.”

Siendo edil curul L. Postumio Megello (c. 307 a. C), en tiempos de las guerras samnitas, logró recaudar una nada despreciable cantidad de dinero cobrando las multas de aquellos que no respetaban las leges Liciniae-Sextiae. Una alcanzada una cantidad suficiente, Postumio prometió un templo a Victoria, inaugurándolo siendo cónsul el 1 de agosto del 294 a.
Durante los años 204-191 a. C. se construyó el templo a la Magna Mater (ver el festival de los Ludi Megalenses), por lo que era necesario encontrar un lugar seguro y adecuado para depositar la gran piedra de Cibeles, siendo escogido este templo.
Tito Livio, en su Historia de Roma XXXV (9) nos dice que el severo y tradicional M. Porcio Catón inauguró una capilla a Victoria Virgo, aunque desconocemos la razón de su voto: “Por las mismas fechas Marco Porcio Catón dedicó una capilla a la Victoria Virgen, cerca del templo de la Victoria, dos años después de haberlo prometido con voto”.

Ubicación del templo a Victoria en el Palatino

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