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Calendario religioso romano: dies natalis del templo a Juno Sospita -1 de febrero-

Juno Sospita en un denario de época republicana, acuñado por la gens procilia, oriunda de Lanuvio
Aniversario de la inauguración del templo en honor a Juno Sospita en el Forum Holitorium; en Lanuvio, de donde es originaria, se la conoce como Juno Sospes, o Juno Seispes Mater Regina.

De Juno Sospes…
Sospita no es oriunda de Roma, pero sí del Lacio. Se trata de una deidad latina procedente de la ciudad de Lanuvio, al sureste de Roma. Durante años, en tiempos de la República, sostuvo varias guerras contra Roma en su conquista del Lacio, hasta caer bajo su dominio en el 338 a. C.
Posee desde tiempo inmemorial un importante y popular culto a Juno Sospes –como se la conoce en esa localidad-, siendo la deidad protectora de Lanuvio. Cuando la ciudad cayó bajo dominio romano, estos desearon compartir el culto con los de Lanuvio, pero sin apropiárselo, dejando constancia del respeto que se le ofrenda a la deidad. Tito Livio, en su Historia de Roma VIII (14, 2), nos lo detalla: “A los de Lanuvio se les concedió la ciudadanía y se les restituyó su culto, con la condición de que el templo y el bosque sagrado de Juno Sospita fuesen compartidos por los municipios lanuvinos y el pueblo romano.”

Aunque se compartió el culto, Roma no dispuso templos para ella en la ciudad. Además, el culto de Lanuvio siempre fue más popular e influyente que la Juno Sospita romana. Lanuvio y su culto, incluso en tiempos imperiales, sigue gozando de gran preeminencia. Los emperadores Augusto, Antonino Pío o Cómodo han sido sus grandes benefactores, ampliando sus dominios en todos los aspectos, lo que incluye los monetarios y posesión de tierras. Casi puede confundirse el municipio de Lanuvio con el culto y templo a Juno Sospes.

… a Juno Sospita
A medida que avanzaba el tiempo, Juno Sospita seguía sin poseer templo, hasta que el año 197 a. C., guerreaba Roma en el norte de Italia contra los celtas, aunque ya finalizada la terrible y devastadora segunda guerra púnica, el cónsul C. Cornelio Cetego prometió a la deidad un templo si “salvaba” la batalla. Al fin y al cabo, es lo que significa sospita, “Salvadora”.
Tito Livio, en su Historia de Roma XXXII (30, 10), lo narra del siguiente modo: “Al comenzar la batalla el cónsul prometió con voto un templo a Juno Sospita si aquel día eran derrotados y puestos en fuga los enemigos; los soldados prorrumpieron en gritos diciendo que ellos harían que el cónsul cumpliera su promesa, y se produjo la carga contra el enemigo. Los insubres no aguantaron el primer choque. Según algunos historiadores, tuvieron que combatir en dos frentes, pues inesperadamente los atacaron también los cenomanos por retaguardia, y entre los dos frentes cayeron treinta y cinco mil enemigos y fueron cogidos vivos cinco mil doscientos, entre ellos Amilcar el general de los cartaginenses que había sido el causante de la guerra; […].”

Tras ganar la batalla, transcurrieron tres años hasta que Cetego, ya siendo censor, cumplió su promesa. De nuevo, Tito Livio nos lo narra: “[…] a Juno Matuta en el mercado de las hortalizas; lo había prometido con voto y había adjudicado su construcción hacia cuatro años, durante la guerra de la Galia Cisalpina, el cónsul Gayo Cornelio, el mismo que lo dedicó siendo censor.

Sobre Juno Sospita
Quizás la mejor forma de comprender la naturaleza de esta Juno de Lanuvio yRoma es su epíteto sospes. Tiene multitud de significados positivos relacionados entre sí: que salva, que guarda o defiende, conservar sano y salvo, o incluso favorable, propicia, y raramente, libertadora.
Se trata de una Juno, de las muchas que existen en la religión romana e itálica, cuyo principal cometido es proteger desde el mismo momento del nacimiento, teniendo cierta relación con la fertilidad, la realeza y las lustraciones. Su mes es febrero, siendo el indicado para esas cuestiones. Esta diosa es madre, reina y guerrera, portadora de lanza y escudo. Se la representa en actitud desafiante, ya se a pie, conduciendo un carro o al galope.
Cicerón, en su Sobre la naturaleza de los dioses I (82), nos la describe del siguiente modo, en relación al aspecto de las distintas divinidades: “[…] como a ti aquella Sospita vuestra, a la que tú nunca ves –ni siquiera en seños- salvo con su piel de cabra, su lanza, su escudito y sus botitas encorvadas. Mas no es así la Juno de Argos, ni la de Roma –en referencia a Juno Egina-, de modo que la apariencia de Juno es una para los de Argos y otra para los de Lanuvio.”

Algunos, debido a ese curioso atuendo animal, la consideran similar, sino la misma, que a Juno Caprotina (ver el festival de las Nonas Caprotinae).

Aedes Iuno Sospita
Como ya se ha podido leer, el 1 de febrero del 194 a. C. se inauguró su templo en el Foro Holitorium. Junto a su aedes tiene dos más, uno consagrado a Spes y otro a Jano, compartiendo el mismo lugar sagrado.
En el 90 a. C. el templo se hallaba deteriorado, aconteciendo un prodigio relacionado con esa laxitud devota. La hija de Q Cecilio Metelo Baleárico soñó con la divinidad, tal y como cuenta Julio Obsecuente en su Libro de los Prodigios (55): “Metela Cecilia contó que había soñado que Juno Sospita se marchaba porque sus templos eran profanados con inmundicias, y que ella, con sus súplicas, había conseguido hacer a duras penas que diera la vuelta; limpió el templo, manchado por los sucios y sórdidos menesteres de las matronas –incluso había en él, al pie de una estatua de la diosa, el cubil de una perra con su camada-, y después de celebrar rogativas le devolvió su antiguo esplendor.”

Ese mismo año el cónsul L. Julio lo restaura. El problema, en realidad, era que debido al extremo deterioro del templo, se empleaba como lugar de encuentro de prostitutas y sus clientes. Toda una afrenta a la moral. No por la prostitución, sí por el lugar escogido.

Los Sacerdotes Lanuvini
El culto posee un colegio sacerdotal denominado Sacerdotes Lanuvini, compuesto de caballeros romanos; este colegio y culto está supervisado por los pontífices y por los dictadores de Lanuvio, sus magistrados superiores, equivalentes a los duoviri. Los cónsules romanos son los encargados de ofrecer el sacrificio anual en su dies natalis.

Augusto, el gran reformador
Relata Ovidio en sus Fasti II (55) como el gran emperador ordenó la restauración e incluso la reconstrucción de muchos templos en Roma, incluyendo el de Juno Sospita. Las guerras civiles habían propiciado esta situación, mostrando el estado en que se encontraban los templos en la ciudad: “A principios del mes se dice que la Salvadora, homóloga de la Madre frigia, fue engrandecida con nuevos santuarios. ¿Me preguntas dónde están ahora los templos consagrados en aquellas calendas? Se vinieron al suelo a lo largo del templo. De que no se resquebrajasen y cayeran los demás templos con similar ruina se encargó el cuidado providencial de nuestro sagrado caudillo, bajo cuyo mandato no sienten envejecimiento algunos los santuarios.”

Aunque Ovidio comete un error al confundir a la Madre frigia, ya que en realidad a Juno Sospita se la equipara a veces con Mater Matuta.

Los tres templos situados en el Foro Holitorio (en el centro el de Juno Sospita)

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