Pobres, esclavos, libertos, soldados, gladiadores,
mujeres plebeyas, criminales… A lo largo de “Los olvidados de Roma” vemos
desfilar una fanfarria heterogénea de gentes comunes, de exiliados sociales, y
de mujeres corrientes.
Robert C.
Knapp, en
esta obra editada por Ariel (Editorial
Planeta), nos desgrana el día a día, sus diversas vicisitudes y realidades de
aquellos hombres y mujeres comunes, dándoles voz con la multitud de epígrafes
que emplea, ya sean los célebres graffitis que tanto abundan en Pompeya y otras
ciudades romanas, como las inscripciones de todo tipo que se encuentran en
tumbas, caminos y muros. Emplea además los textos encontrados en las numerosas
cartas que han podido estudiarse, siendo un magnífico testimonio de primera
mano sobre el pensar y vivir de la gente común.
Además, tras mostrarnos a la plebe corriente –por decirlo
de algún modo-, la obra nos va exponiendo a lo largo de sus capítulos la vida
de los más desfavorecidos, pobres y mendigos; así la dureza de la vida de los
esclavos en el campo y la diferencia de estos cuando conviven con sus amos en
la ciudad; las excentricidades y artes de los libertos; sin olvidar a los
soldados, extraños y ajenos al mundo civil; el mundo aparte y célebre de los
gladiadores; la sórdida realidad de los lupanares; para finalizar con los
temidos bandidos y piratas.
Contenidos de la obra (la cual tiene algo más de
400 páginas; además, en su parte central podemos admirar numerosas fotos sobre
los diversos temas que se tratan en el libro):
Introducción:
Recordar a los olvidados
En el medio:
hombres corrientes
Sus propias
vidas: mujeres corrientes
Sometimiento y
supervivencia: los pobres
Sobrellevar las
cadenas: los esclavos
Tras la
esclavitud: los libertos
Una vida en
armas: los soldados
Sexo en
venta: las prostitutas
Fama y
muerte: los gladiadores
Más allá de
la ley: bandidos y piratas
Discurso de
despedida
Una obra interesante que ayuda a comprender un poco
mejor la realidad de aquellos tiempos, cuando uno tenía la mala suerte o
desgracia de no ser un honestior.
¡Fors Fortuna y que el divino Augusto os sea
propicio!
Comentarios
Por otra parte, acabo de regresar de un viaje a Itálica en Sevilla. Obviamente no es Pompeya ni Herculano y es poco lo que se conserva, pero me ha encantado el anfiteatro, con una tabla con inscripciones de 2000 años de antigüedad y unos magníficos mosaicos de esos que los romanos hacían con teselas. Además hay mucha información de cómo era la ciudad y muy buenas reconstrucciones de todo: termas, barriadas, teatro, etc. Muy recomendable visitarlo para hacerse una idea de cómo era una pequeña ciudad romana.