

La tierra del Occidente: Hispania entre lobos
El lobo, animal entre dos mundos
Fiero, astuto, guerrero prudente, de pronta huida y ataque súbito e inesperado, el lobo es el gran cazador de los bosques, cerros y campos ibéricos. Pero no solo se trata de un animal, para los íberos y celtas es un ser vinculado al mundo infernal y a los difuntos. Costumbre es colocar sobre sarcófagos y tumbas pieles de lobo como ayuda en el transito en el sombrío y frío más allá, pues el lobo acompaña a los muertos al otro lado, ya que al fin y al cabo, el lobo viaja al inframundo sin gran dificultad. Según la mitología de los turdetanos, en la provincia de la Bética, el infierno está custodiado por un ser mitológico con tres cabezas de lobo. Amuletos se elaboran contra los lobos, tanto para defenderse de ellos físicamente como contra sus poderes sobrenaturales: cinturones, medallones, cabezas de bronce, falcatas,… todas ellas con representación del lobo, siempre mostrado de forma agresiva y bravía. Estos amuletos pueden llevarse encima o bien colocarse en lugares, como casas o murallas.
Secretas fratrías de guerreros
Animal y demonio, odiado, temido y envidiado en parte, pues posee características que ansían los guerreros. En gran parte de Hispania los jóvenes guerreros se unen en secretas fratrías guerreras, tanto entre los celtas como los íberos –famosos por ello los lusitanos, celtíberos y cántabros-. Durante la iniciación deben colocarse de forma ritual una piel de lobo cazados por ellos sobre el cuerpo. Muchos se tatúan en la piel símbolos representando al lobo. De esta forma la “esencia” del lobo les posesiona, adquiriendo sus virtudes, lejos ahora de las leyes de los hombres. A partir de ese momento actúan en parte como lobos, aunque se dice que algunos son capaces de transformarse completamente, incluso de forma física, siendo formidables guerreros. Estas fratrías deben obediencia total a su jefe, habitualmente el más fuerte y astuto. Las autoridades romanas prohíben estás fratrías, con variable resultado.
Curiosamente, en el mundo antiguo a los proscritos, exiliados y fugitivos se les asocia con el carácter y naturaleza del lobo.
Pueblos asociados al lobo
Algunos pueblos incluso aseguran proceder de un ser licoformo, una entidad divina con forma de lobo, como los celtas lucenses. O bien lo adoran como un dios, como entre los ilergetes. El nombre ibérico de Lleida, era Iltirda, que significa la “ciudad del lobo”, siendo una de las poblaciones más importantes de los ilergetes. No son pocas las ciudades prerromanas con nombres asociados al lobo. Incluso en los poblados a expensas de la gente se suele cuidar y alimentar a un lobo, como muestra de respeto. Cuando este muere se le entierra o incinera como si fuese un ser humano.
Demonios y dioses con figura de lobo
Otros pueblos, como los vacceos, tienen que defenderse de una entidad llamada Vaelicus –asociado al dios celta Sucellus-, siempre presto a la hora de devorar el ganado y seres humanos. Por ello le ofrecen sacrificios, para calmar su apetito –los teúrgos del Pacto acusan a los vacceos de realizar sacrificios humanos, y siempre que pueden de un teúrgo del Pacto-. Importantes dioses infernales como Endovellico y Ataecina tienen cierta vinculación con el lobo.
El lobo, animal entre dos mundos
Fiero, astuto, guerrero prudente, de pronta huida y ataque súbito e inesperado, el lobo es el gran cazador de los bosques, cerros y campos ibéricos. Pero no solo se trata de un animal, para los íberos y celtas es un ser vinculado al mundo infernal y a los difuntos. Costumbre es colocar sobre sarcófagos y tumbas pieles de lobo como ayuda en el transito en el sombrío y frío más allá, pues el lobo acompaña a los muertos al otro lado, ya que al fin y al cabo, el lobo viaja al inframundo sin gran dificultad. Según la mitología de los turdetanos, en la provincia de la Bética, el infierno está custodiado por un ser mitológico con tres cabezas de lobo. Amuletos se elaboran contra los lobos, tanto para defenderse de ellos físicamente como contra sus poderes sobrenaturales: cinturones, medallones, cabezas de bronce, falcatas,… todas ellas con representación del lobo, siempre mostrado de forma agresiva y bravía. Estos amuletos pueden llevarse encima o bien colocarse en lugares, como casas o murallas.
Secretas fratrías de guerreros
Animal y demonio, odiado, temido y envidiado en parte, pues posee características que ansían los guerreros. En gran parte de Hispania los jóvenes guerreros se unen en secretas fratrías guerreras, tanto entre los celtas como los íberos –famosos por ello los lusitanos, celtíberos y cántabros-. Durante la iniciación deben colocarse de forma ritual una piel de lobo cazados por ellos sobre el cuerpo. Muchos se tatúan en la piel símbolos representando al lobo. De esta forma la “esencia” del lobo les posesiona, adquiriendo sus virtudes, lejos ahora de las leyes de los hombres. A partir de ese momento actúan en parte como lobos, aunque se dice que algunos son capaces de transformarse completamente, incluso de forma física, siendo formidables guerreros. Estas fratrías deben obediencia total a su jefe, habitualmente el más fuerte y astuto. Las autoridades romanas prohíben estás fratrías, con variable resultado.
Curiosamente, en el mundo antiguo a los proscritos, exiliados y fugitivos se les asocia con el carácter y naturaleza del lobo.
Pueblos asociados al lobo
Algunos pueblos incluso aseguran proceder de un ser licoformo, una entidad divina con forma de lobo, como los celtas lucenses. O bien lo adoran como un dios, como entre los ilergetes. El nombre ibérico de Lleida, era Iltirda, que significa la “ciudad del lobo”, siendo una de las poblaciones más importantes de los ilergetes. No son pocas las ciudades prerromanas con nombres asociados al lobo. Incluso en los poblados a expensas de la gente se suele cuidar y alimentar a un lobo, como muestra de respeto. Cuando este muere se le entierra o incinera como si fuese un ser humano.
Demonios y dioses con figura de lobo
Otros pueblos, como los vacceos, tienen que defenderse de una entidad llamada Vaelicus –asociado al dios celta Sucellus-, siempre presto a la hora de devorar el ganado y seres humanos. Por ello le ofrecen sacrificios, para calmar su apetito –los teúrgos del Pacto acusan a los vacceos de realizar sacrificios humanos, y siempre que pueden de un teúrgo del Pacto-. Importantes dioses infernales como Endovellico y Ataecina tienen cierta vinculación con el lobo.
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