Festival en honor a Flora, diosa de las flores, los
jardines y huertos, máxima manifestación de la primavera.
El culto a la
diosa
De origen antiquísimo, su culto fue instaurado por
el rey sabino Tito Tacio –en tiempos de Rómulo-, inaugurando un altar en la
arboleda sagrada de los Hermanos Arvales, donde estos se hacen cargo de sus
sacrificios –en su caso, ovejas-. Es habitual ofrecer tortas de miel y leche a
la diosa.
Su sacerdote principal es el Flamen Floralis, lo que es muestra de su importancia para los
primeros romanos y notoria antigüedad, siendo su culto de carácter agrario y
plebeyo.
Origen del
festival
Instaurado en el 238 a . C. tras la consulta de
los oráculos sibilinos para acabar con una pertinaz sequía. Se inauguró el 28
de abril un templo en la ladera del monte Aventino, cerca de lo que sería el
Circo Máximo. Este primer festival fue dirigido por los ediles plebeyos. El
festival, sin embargo, no se celebraba anualmente, aunque no cayó en el olvido.
No fue hasta el 173 a . C., bajo el consulado
de L. Postumio Albino y M. Popilio Laenas, que el festival “renació”. Ese año
el granizo, el viento y la lluvia destrozaron los cultivos de flores, entre
otros. Por orden del Senado, el edil Cayo Servilio, se celebraron juegos
escénicos y circenses, dando un carácter más oficial al festival.
Ovidio, en sus Fasti V (315-330), narra este hecho
poéticamente –donde, curiosamente, Flora se culpa del destrozo causado en las
flores por su descuido en su protección-:
“No vigilaba
campo alguno ni tenía en consideración los fértiles jardines; los lirios se
habían agostado, podías ver las violetas resecas y languidecidos los tallos del
rojizo azafrán. El Céfiro me dijo muchas veces: «No eches a perder tú misma tus
dotes»; no tenía en aprecio mi dote. Los olivos estaban en flor: el granizo
lastimó a las mieses; la viña hacía abrigar esperanzas: ennegrecióse el cielo
con los austros y los pámpanos se cayeron con la lluvia inesperada. Y ni quería
serlo ni soy cruel en mi cólera, pero no me tomé ningún cuidado en evitarla.
Los padres se reunieron y ofrecieron una fiesta anual a mi vanidad por el buen
florecimiento del año. Acepté el ofrecimiento. Los cónsules Laenas y Postumio
celebraron los juegos en mi honor.”
Costumbres
En estas fechas es normal adornar las mesas y
convites con flores, ciñendo de coronas florales a los asistentes, que
impulsados por el ardor del vino, bailan frenéticamente, emiten chanzas y
bromas. Tal y como describe Ovidio
en sus Fasti V (341-342):
“Nada serio se hace con la frente coronada y
los que se ciñen de flores no beben agua pura.”
Además, siendo lo habitual vestir de blanco en numerosos
festivales, en los Florales difiere: las gentes visten túnicas multicolores,
llamativas e incluso insólitas; la intención es honrar e imitar el colorido de
las flores silvestres.
También se iluminan con diferentes luminarias las
calles de Roma y otras ciudades, siendo el festival en gran parte nocturno.
Destacar, que las Floralia en las zonas rústicas se
celebran de un modo más tradicional y calmado, donde el carácter lascivo es
sustituido por el recato y la moderación.
Juegos
escénicos
El festival comienza con diversos juegos escénicos
–ludi scaenici-, que consisten en
representaciones teatrales y mímicas, durante los cuales se da rienda suelta a
la más extrema alegría, al consumo de vino, y a la lascivia e indecencia más
extremas. La plebe, que goza como nunca con este festival, exige a las actrices
que se desnuden en el escenario,
llevando a cabo danzas y acciones indecentes. Son días alegres en Roma y las
provincias más romanizadas.
Las prostitutas aprovechan estos días para dejarse
ver con mayor libertad por las calles, incluso actúan como actrices, realizando
en alguna ocasión combates gladiatorios simulados, para goce de la plebe.
Ovidio lo comenta de este modo en
sus Fasti V (348-354):
“La razón por
la que una legión de rameras acude a estos juegos no es difícil de hallar. La
diosa no es de las que profesan actividades tétricas ni importantes; desea que
sus ritos estén abiertos a la masa popular y aconseja aprovecharse del
esplendor de la vida mientras está en flor…”
Juegos
circenses
Los últimos días del festival, en el Circo Máximo,
y otros circos de provincia, se sueltan multitud de liebres y cabras que son
cazadas por la propia plebe. Animales asociados a la fertilidad, siendo herbívoros;
nada sabe Flora de animales carnívoros y brutales.
Para la plebe es momento de excitación y futura
alegría: los animales que atrapen con sus propias manos pasarán poco después a
sus despensas, siempre escasas de carne.
También se les arrojan a las gradas ocupadas por la
plebe garbanzos, habas y altramuces, plantas asociadas a la fertilidad. Y entre
estas legumbres, medallas de oro con efigies indecorosas y eróticas grabadas en
ellas.
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