Reparando una calzada |
Infinitas
pueden ser las posibilidades, eventos y encuentros que cualquier viajero puede
encontrarse por las calzadas romanas: desde simples campesinos llevando el
esfuerzo de su trabajo al mercado más cercano hasta una procesión fúnebre
llevando un cadáver, sin olvidar lo más habitual, mercaderes y campesinos
llevando mercaderías.
En
esta entrada voy a exponer varias de estas posibilidades, con la idea de ayudar
a los Iniciadores. No es sencillo improvisar durante los viajes encuentros
fortuitos y no caer en la repetición, cayendo, además, en la rutina de esos
viajes “relámpago” de varias semanas y que se describen como si los personajes
hubiesen empleado algún medio mágico o teúrgico que los transportase
instantáneamente. Viajar en los tiempos antiguos no es asunto tan sencillo como
pueda parecer, por muy buenas y cuidadas que estén las calzadas, el tiempo
atmosférico, los viajeros y otras vicisitudes afectan el tránsito.
Las
expondré de la forma más sencilla posible, como ideas, semillas de aventuras o
pequeñas escenas; o simplemente como aderezo para ambientar y descripción.
Nota del autor: y como ayuda para calcular los días de viaje, no olvidar esta magnífica aplicación: Orbis.
Campesinos
Un
numeroso grupo de campesinos con sus acémilas –burros, bueyes, alguna carreta
sencilla- llevando a la ciudad sus productos agrícolas; así como alguna vianda
típica de la zona. Si los personajes son amables y compran algo –ya que se les
ofrece-, los lugareños les bendecirán en su viaje o bien les contarán algo de
interés, quizás algún atajo o les acompañan un buen trecho –suponiendo que
vayan en la misma dirección-, o les advertirán dónde pueden ocultarse los
salteadores de la región.
Ornatus:
puede que la fortuna haga que una mula enferme o un carro sufra un accidente.
Es posible que algún personaje sea capaz de ofrecer su ayuda. O incluso que
alguna atractiva campesina ofrezca el calor de sus muslos a un personaje, y que
sea atrapado in fraganti –pudiendo estar compinchado el marido de esta, para
que el personaje se disculpe con algo de dinero-.
Buhonero
Un
buhonero y su familia con su enorme carro tirado por bueyes. Los productos que
ofrece son sumamente variados, además, posee numerosa información sobre las
calzadas, veredas y caminos secundarios, así como sobre las cauponae, villas y poblaciones de la
región. Es un experto cocinero, por lo que acampar con él es cosa de gusto.
Está bien relacionado y, previo pago, puede hacer que los personajes contacten
con cualquier persona de la zona –incluyendo a algún jefe de salteadores,
capataz de una villa o la prototípica bruja oculta en su choza forestal-.
Ornatus:
el buhonero puede ser un estafador, o simplemente un hombre muy avaricioso.
Puede adormecer a los personajes con el vino y robarles, para desaparecer
durante la noche.
Reparaciones en la calzada
Las ciudades y otras poblaciones cercanas a la
calzada, tienen la obligación de mantener sus vías en condiciones. Esencial
para el comercio y el tránsito de los ejércitos. Esclavos públicos, milicias
locales, curiosos que critican la obra –sí, eso siempre ha existido-; sin olvidar
los carros y herramientas para la reparación. La vía incluye puentes,
acueductos cercanos e incluso túneles. Los personajes tienen que desviarse de
su ruta e ir por alguna vía secundaria o vereda, lo que retrasa el viaje y les
obliga ir por alguna región menos conocida.
Ornatus: simplemente puedes emplear la excusa de
las reparaciones para guiar a tus lusitores a donde tú quieras.
Familias
viajeras
Viajar para visitar familiares por algún evento
importante, como una boda o nacimiento son habituales, por lo que no es raro
encontrarse con una o varias familias –y sus amigos más cercanos- en tránsito
para esos festejos. Casi como si fuese una procesión. Estos grupos la mayoría
de las veces son numerosos; viajar en grupo es más seguro. Puede que algún personaje
conozca a alguien de esas familias y reciba una invitación formal al evento. En
el caso de tratarse de familias de honestiores, la pompa durante el viaje es
mayor, lo que puede traducirse en numerosos carros llevando a los invitados,
regalos, alimentos exóticos, esclavos…
Soldados
en tránsito
En las calzadas los ejércitos, del tipo que sean
–legiones, auxiliares, milicias locales- tienen preferencia de paso, y no
siempre guardan los modales ideales del buen romano. Más de un viajero puede
recibir como grosero regalo un golpe para apartarlo del camino, o tener algún
problema si se trata de una bella doncella. En el caso de llevar artículos de
valor –que puede ser incluso comida- lo mejor es ocultarlo. A veces los
soldados son peores que los salteadores. Sin embargo, de igual modo, si algún
personaje es un honestior puede que sea escoltado durante un trecho del camino
a petición del oficial que comande la tropa. Pese a todo, observar a un
ejército en movimiento es todo un espectáculo digno de verse.
Correos
imperiales
De vez en cuando pueden verse a veloces jinetes
portando documentos. Se trata del cursus publicus, el correo imperial.
Tienen preferencia de paso absoluto, ya que suelen llevar importante
documentación administrativa, fiscal, judicial o militar. Portan salvoconductos
–diploma-, conocen perfectamente las calzadas que emplean y están bien
relacionados. Atacar a uno de ellos, molestarle o no “prestarle” tu caballo de
refresco si lo necesita, son graves delitos. El caballo puede recuperarse en la
próxima mutatio, establos de parada que emplean los jinetes para obtener
caballos de refresco, alimento y descanso. Se puede encontrar una mutatio
cada quince millas de media.
Ornatus: el correo puede estar herido, o sufrir un
accidente, exigiendo a un personaje que lleve la información por él, pudiendo
ser la perfecta excusa para el inicio de una aventura.
Actores
ludicrae
En tránsito de una población a otra, se pueden
encontrar compañías de artistas llamadas ludicrae –asociados a los
juegos circenses o teatrales, de menor consideración artística, pero muy
apreciados por la plebe-. Funámbulos, malabaristas, domadores de animales,
zancudos, tragasables y escupefuegos, danzarines, actores caídos en desgracia…
Lo que se denomina vulgarmente gente del espectáculo. Encontrarse con una de
estas compañías puede ser toda una experiencia. De igual modo, puede tratarse
de una compañía de actores teatrales, respetada y conocida.
Ornatus: estos artistas no tienen inconveniente en
admitir a los personajes en su compañía, aunque sea temporalmente, suponiendo
que esto tengo sentido según sea el grupo de personajes. Una buena excusa para
una aventura y cambiar un poco de aires.
Filósofos
y otros “sabios”
Muchos son los filósofos que dedican gran parte de
su vida a viajar, con la idea de conocer el mundo y sus gentes. No siempre se
trata de ancianos de encanecida barba. La condición de filósofo no requiere de
la vejez, sino de sabiduría y voluntad. Según la escuela que profesa, ya sea un
estoico o un epicúreo, el encuentro será de una naturaleza u otra. El problema
consiste en la dificultad de saber si uno se encuentra ante un filósofo –o
incluso un philosopho (Arcana Mvndi Edición Integral pág. 233/234)- o
ante un charlatán o un timador, un simple buscavidas con buena dicción que solo
busca algo de comida y, si tiene la oportunidad, robar alguna cosilla.
Marcha
fúnebre
A veces sucede que alguien fallece lejos de su
hogar y su familia. En los casos que el difunto tenga buenos amigos o capacidad
económica para ello, ya sea por espontáneo respeto o por deseo expreso de su
testamento, su cadáver será transportado a su hogar. Un carro cerrado,
dispuesto con el cuerpo dentro, esperando ser incinerado o enterrado, según sea
costumbre. Este carro puede ir acompañado de algunos guardianes, esclavos,
algún flautista tocando una melodía fúnebre. Puede suceder, también, que el
difunto fuese muy conocido y admirado, y no pocos sean los que acompañan
durante un trecho esta tétrica marcha.
Ornatus: es irresistible hacer algún tipo de aventura
con un cortejo fúnebre ambulante de este tipo. ¿Realmente llevan un cadáver o
se trata de un fugitivo oculto? ¿Quizás un raro tesoro?
Turistas
Los honestiores adinerados, aburridos o curiosos,
realizan viajes de placer, buscando maravillarse con todo lo que el Imperio
puede ofrecerles. Algunas provincias, especialmente las del oriente imperial,
Egipto, la Hélade y Sicilia, son motivo habitual de turismo –muy parecido al
actual-. A los romanos les encanta visitar las pirámides egipcias, los gigantes
de Memnón, o las maravillas naturales, como el Etna, en Sicilia. Incluso
existen libros dedicados a ello. Los lugares por visitar son numerosos y
variados, llenos de anécdotas históricas y mitológicas. Sin olvidar la propia
Roma.
Ornatus: puede que los personajes sean contratados
por un honestior, precisamente, como sus guías y protectores en un viaje
turístico.
Peregrinos
a lugares sagrados
Durante algunos festivales religiosos, las gentes
realizan numerosas procesiones y peregrinajes a lugares sagrados, como
arboledas sagradas, templos y santuarios, que abundan por doquier. Para ello te
puede servir, Iniciador, el calendario religioso romano que puedes encontrar en
este mismo blog. La mayoría de estas procesiones suelen dirigirse a lugares
relacionados con la curación y la medicina, así como los conocidos oráculos,
más comunes de lo que puede creerse.
Sacerdotes
ambulantes
Innumerables son las divinidades del Imperio, así
como sus sacerdotes y maneras. Por ejemplo, los personajes pueden encontrarse a
los galli, sacerdotes eunucos mendicantes de Cibeles, que se desplazan
en vistosos carros en los que representan a la diosa, siempre en busca de
donativos; o grupos heterogéneos adoradores de divinidades exóticas, como la
egipcia Isis.
Ornatus: dentro de esta categoría pueden los
personajes encontrarse con teúrgos, taumaturgos y sacerdotes de cultos
antagonistas del Pacto.
Misteriosas
literas
A veces puede verse por la calzada alguna litera
lujosa porteada por fornidos sirios o galos, escoltada por dos o tres fuertes
esclavos. ¿Quién o quienes se acomodan en su interior? ¿Una bella patricia
camino de su hogar o al encuentro de su amante? ¿O un honestior aquejado de
gota? ¿Puede que se trate de un hedonista con dos hetairai? ¿Puede,
incluso, que esté vacía y vaya en busca de alguna persona importante?
Ornatus: según sea el carácter y naturaleza de la
persona transportada, pueden suceder multitud de cosas. Puede que el honestior
al ver al grupo de personajes los requiera para algo, ya sea remunerado o
debiéndoles un favor.
Mendigos
rurales
Algún desgraciado cuyo nombre sea su apodo, el
tonto del pueblo o alguien a quien la fortuna le es cruelmente esquiva, pero
los mendigos y trotamundos pobres recorren las calzadas asiduamente. Cuentan
alguna historia o chistes por algo de comida, el cobijo que una manta pueda
dar, y vino si es posible y los viajeros están de buen humor. A veces recorren
los caminos en parejas.
Ornatus: en la mitología abundan los ejemplos de
divinidades que se hacen pasar por mortales, a menudo como desgraciados
plebeyos. ¡Quién sabe qué verdadera naturaleza oculta el tonto del pueblo! Nota
del autor: en una aventura a mis lusitores les puse un locuaz vagabundo que no
era más que Mercurio divirtiéndose un rato. Una broma privada, puesto que ellos
nunca lo supieron.
Los
honestiores y sus bigae
Los conocidos carros tirados por dos caballos –las
cuadrigas tienen como tracción cuatro caballos, de ahí su nombre; las bigae,
dos-. Empleados por los honestiores más jóvenes, aventureros y aguerridos para
viajar a lugares cercanos. Cuando vuelan por la calzada no suelen tener muchos
miramientos o cuidado con los plebeyos que la emplean. Lo más sensato es
apartarse.
Ornatus: si algún personaje es un honestior o está
relacionado con el mundo circense –auriga-, puede que le reten a una carrera.
Puede que tras esta sea invitado a una villa y posterior cena.
Artesanos
También los artesanos de toda condición emigran a
ciudades, villas y regiones más prósperas. Habitualmente viajan con sus
familias y sus enseres profesionales. Tener buena relación con estos puede ser
muy beneficioso para los personajes. Es posible que más adelante se los
encuentren ya instalados en alguna ciudad.
Honestiores
desterrados
A los honestiores caídos en desgracia se les suele
condenar con el exilio –no siempre se ejecuta por orden del emperador a todos
aquellos que le han “ofendido” o incomodado de algún modo-. Según el tipo de
exilio, y la prisa del condenado, puede viajar en su carpentum –lujoso y
espacioso carro cerrado-, acompañado de sus sirvientes y protectores, así como
su familia inmediata; o bien, ocultando su identidad viajando de incógnito como
un simple plebeyo –lo que no resulta tan sencillo para alguien cuyo lenguaje es
diferente al de la clase baja-.
Tranquilos
salteadores
No siempre los criminales y bandoleros están “de
servicio”. A menudo viajan por motivos ajenos a su profesión. En pequeños
grupos o solos, transitan por las calzadas, disimulando su fiero y salvaje
aspecto. Eso sí, sin dejar de observar a los otros viajeros, en busca de nuevas
víctimas futuras.
Ornatus: puede que un personaje reconozco a un
salteador que hace tiempo le robó en algún camino o ciudad.
Aventureros
De igual modo que la mayoría de los personajes,
otros en el mundo romano se buscan la vida como pueden. Aventureros,
buscavidas, mercenarios de toda profesión y condición, en busca de trabajo
remunerado.
Ancianas
En los cruces de caminos, protegidas del calor por
arboledas, ancianas mujeres ofrecen a los caminantes ungüentos y remedios propicios
para el camino, así como amuletos. Brujas rurales, curanderas, decidoras de
fortuna, tan habituales en las encrucijadas. Por un óbolo o un par de ases,
monedas sencillas, regalan al viajero calmantes para los agotados pies, tortas
con miel y semillas de adormidera, consejos sobre el amor y la fortuna.
Ornatus: de igual modo, los personajes pueden
encontrarse con seres sobrenaturales de muy diversa naturaleza en los caminos,
como fantasmas, lares viales o genii protectores de los caminos– Arcana mvndi
Edición Integral pág 248/250-.
¡Espero que esta entrada sea de ayuda para tus
viajes, Iniciador! ¡Que Mercurio te sea propicio!
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