Hércules Invicto |
Origen mitológico
En
los primitivos tiempos de Roma, cuando aún no era ciudad fundada por Rómulo,
habitaba el monte Palatino un ser llamado Caco, que según las fuentes romanas
era hijo de Vulcano. Exhalaba llamas y humo, teniendo como profesión la de
ladrón y cuatrero, sin dejar de ser personaje notable. Se encontró este Caco
con Hércules, al que robó parte de su ganado mientras dormía. Este ganado se lo
había robado Hércules previamente al gigante Gerión, en la lejana Hispania.
Evandro, al que se nombra, es uno de los antepasados míticos de los romanos.
Ovidio en sus Fasti
(libro I, 545-585) detalla el suceso con detalle:
“He aquí que el héroe portador
de la clava, después de haber recorrido los caminos del ancho mundo, introduce
allí las vacas eriteidas –posiblemente Gades-. Y el tiempo que duró su
hospedaje en la casa tegeea, las vacas vagaban sin guardián por los anchurosos
campos. Era por la mañana; al despertar de su sueño, el Tirintio. Que condujo
el ganado, notó que le faltaban de la cuenta dos toros. Al indagar, no vio
rastro alguno del robo furtivo. El feroz Caco los había arrastrado por el rabo
a una cueva; Caco, pavor e infamia de la selva aventina, desgracia de leve para
los vecinos y huéspedes, hombre de aspecto siniestro, de fuerzas proporcionadas
a su talla, y su talla era enorme: Mulcíber era el padre de este fenómeno. Por
casa tenía una cueva monumental escondida entre largos vericuetos, difícil de
encontrar hasta para las alimañas. En los pilares de la puerta colgaban cabezas
y brazos clavados y la tierra sucia estaba blanca de huesos humanos. El hijo de
Júpiter se marchaba dando por perdida parte de sus bueyes; los animales robados
mugieron con ronco bramido. «He oído el reclamo», dijo, y siguiendo el bramido
llegó el vengador a la impía caverna a través de las selvas. Aquél había
construido la entrada con un peñasco arrancado del monte: difícilmente hubieran
removido aquel artefacto diez yuntas. El héroe apoya los hombros (incluso el
cielo había reposado en ellos) y con el movimiento hace vacilar el enorme peso.
Nada más se vino abajo, el fragor espantó al propio firmamento, y la tierra se
hundió, aplastada por el peso de la mole. Caco emprendió el primer ataque a
brazo partido, dirimiendo la cuestión salvajemente con piedras y estacas. Al no
conseguir nada por estos medios, el muy cobarde acudió a las mañas de su padre,
vomitando llamas por la boca que retumbaba. Cada vez que soplaba, creería uno
que respiraba Tifoeo y que el fuego del Etna arrojaba su llama voraz. Consigue
echarle mano el Alcida, y sujetando la maza de tres nudos se la estampa al
bandido tres o cuatro veces en plena cara. Éste cae, vomitando humo mezclado
con sangre, y al morir golpea la tierra con su ancho pecho. El vencedor te
sacrificó uno de aquellos toros, Júpiter, e invitó a Evandro y a los
campesinos; y se levanta un altar, que llaman Máximo, en la parte de la ciudad
que lleva el nombre de buey –Foro Boario-.”
Herculis
Invicti Ara Maxima
Situado
en el Foro Boario –muy cerca del Circo Máximo-, mercado ganadero de la ciudad
desde sus primeros tiempos, cerca del Tíber y las rutas mercantiles –mercaderes
griegos y fenicios frecuentaban la zona, los cuales adoraban a Heracles y Melqart-.
Este
altar fue erigido en el mismo lucus
–arboleda sagrada-, según la tradición, donde Hércules mató a Caco. Dos
familias patricias romanas lo erigieron, encargados además del sacrificio y el
culto a este Hércules: la gens potitia,
asistida por la gens pinaria –esta no
tenía permitido participar del banquete sacrifical; incluso su nombre algunos
autores lo hacen derivar de pinarii,
“hambrientos” en griego-. Algunas tradiciones atribuyen el altar al propio
Hércules o a Evandro.
Sin
embargo, a partir del 312 a .
C., el Estado romano se encarga del sacrificio, tras compra –o compensación
económica- a la familia potitia. Esta
compra pareció indignar a Hércules: en el plazo de un año, el promotor de la
compra, Apio Claudio quedó ciego, y todos los miembros de la familia potitia murieron.
El
altar está situado adyacente a un templo a Hércules Víctor, siendo un concaeptum sacellum, un recinto sagrado
y cercado reservado a ese dios. Como curiosidad, debe explicarse que los perros
y las moscas no pueden entrar en este recinto sagrado. Ya desde antiguo se
preguntaban qué podía hacer el aedituus
–encargado del recinto- para que las moscas no entrasen, asegurándose que por
mediación divina no lo hacían.
Foro Boario (en rojo) |
El festival
Consta
de dos partes. La primera, por la mañana, implica el sacrificio. La segunda,
una procesión nocturna.
Destacar
que tanto al sacrificio como a la procesión las mujeres tienen vetada su
asistencia, algo habitual en el culto a Hércules según las prescripciones
religiosas griegas.
- El sacrificio
Organizado
por el pretor urbano. Los sacerdotes que ofician el sacrificio llevan la cabeza
descubierta, adornados con una fronda arbórea –primero de álamo, después de
laurel-. Visten de una forma un tanto peculiar, con pieles, imitando a Hércules
–aut in morem Herculis-.
Dionisio
de Halicarnaso, en sus Antigüedades romanas, explica exactamente cual debe ser
la víctima a sacrificar, según petición del propio Hércules: “Se dice, además, que pidió a los habitantes
de aquellos parajes, los primeros en considerarlo un dios, que mantuvieran
inalterables tales honores sacrificando cada año una ternera que no hubiera aún
portado el yugo y celebrando las ceremonias conforme a la costumbre griega –la
cabeza descubierta-. Dicen que fueron los Poticios y los Pinarios quienes en
tal ocasión fueron instruidos en el ceremonial griego.“
- La procesión nocturna
Se
realiza una procesión con antorchas y, tras realizar algunos cantos, se ofrece
las exta –las entrañas- como diezmo
al dios. El resto se convierte en un banquete. Mientras se reparte la carne y
la piel –en este festival debe
comerse todo el animal-, se invoca al dios Myagrus, “Cazador de moscas”, para
espantarlas, que suele interpretarse como un epíteto del propio Hércules. Aunque
algunos autores, consideran que las moscas, al realizarse el reparto durante la
noche, duermen.
Decuma
pars Herculanea
El
diezmo a Hércules, incluyendo las entrañas ofrecidas en este festival, es una
particularidad romana. Según el mito, Hércules así se lo enseñó a los Poticios
y Pinarios; él mismo ofreció la décima parte de su ganado tras matar a Caco.
Costumbre de mercaderes romanos –y no pocos políticos- es ofrecer a este dios
el diezmo de todas sus posesiones o de sus ganancias, con la esperanza de
ganarse el favor de Hércules, divinidad viajera como pocas. Cuando se anuncia
el diezmo, el donador debe preparar un banquete –ya sea público o privado-, al
que se asiste coronado de laurel. Las víctimas apropiadas a sacrificar a
Hércules, en orden de importancia son: bueyes, terneras, ciervos, carneros,
machos cabríos, corderos, cabritos, cervatillos y pájaros; junto a ofrendas de
grano y libaciones de aceite o leche, sin olvidar el vino, que no debe ser
parvo.
El
Estado romano “compró” a los Pinarios el festival por motivos económicos: el
Ara y el templo pasaron a manos estatales, siendo los beneficiarios de este
diezmo sagrado.
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