Aniversario del templo consagrado
a la diosa Tempestates; también Tempestas, en singular.
La diosa Tempestates
Esta divinidad
personifica la tormenta, aunque su nombre suele figurar en plural. Sería más correcto
decir “Diosa de las tempestades”
Su nombre, según Varrón,
procede, curiosamente, de tempus,
tiempo; lapso de tiempo, momento, época; y según contexto, buen o mal tiempo;
aunque es común el significado de tormenta, tempestad, desgracia, infortunio, calamidad,
peligro o perturbación.
Su culto (escaso, eso
sí), suele ir acompañado de otras divinidades de índole natural y acuático,
como Juturna, Fons, o incluso Flora. Sin embargo, no es raro jurar por
Tempestas, especialmente si uno es un marinero o un mercader acostumbrado a ir
por los caminos. Esta divinidad también rige los cambios bruscos del tiempo.
Cicerón y la diosa Tempestates
Este gran autor, en su Sobre la naturaleza de los dioses III (51),
duda de la existencia de esta divinidad (entre otros). Considera que no todo son dioses. Lo explica del
siguiente modo: “[…] habrá de incluirse
entre ellos –a los dioses-, a buen seguro, a los temporales –tempestates-, que
han sido consagrados mediante los ritos del pueblo romano. Y, en consecuencia,
se ha de pensar que son dioses las lluvias, los aguaceros, las tormentas y los
torbellinos… Nuestros caudillos, al menos, tenían la costumbre de inmolar una
víctima a las olas, cuando se hacían a la mar.”
Al sacrificio al que hace
referencia es costumbre tanto griega como romana. Las vísceras -cruda exta- de la víctima inmolada son
arrojadas al mar en honor de las divinidades marítimas. El mar es peligroso y
un poco de ayuda divina nunca viene mal. Nadie cree en los dioses hasta que
aparece una borrasca en alta mar.
Podría aclararse que para
muchos eruditos romanos y griegos, las tormentas y la mayoría de los fenómenos
meteorológicos tienen un origen natural, explicable en gran medida. Eso no
impide que, a veces, la divinidad sea la causante de tales perturbaciones y
violencias.
Aedes Tempestates
Erigido por L. Cornelio
Escipión (abuelo del célebre L. Cornelio Escipión Africano) tras un solemne
voto, como promotor particular, muestra clara de su devoción y su poder económico
–fuente de prestigio y envidia por igual-.
Siendo cónsul (259 a . C.), durante la
primera guerra púnica, la flota que comandaba sufrió una tormenta cerca de las
costas corsas: su misión era tomar Córcega e impedir que los cartagineses al
mando de Hannón establecieran una base naval en la isla. Todo parecía perdido,
cuando Escipión prometió a la diosa un templo si salvaba las naves, y así
ocurrió. Salvó la flota y tomó la isla y su capital, Aleria.
El aedes fue inaugurado un 1 de junio, siendo su dies natalis. Está situado en la Regio I de Roma, entre la Porta
Capena y el templo de Marte, no muy lejos de la tumba de los Escipiones.
En una de las tumbas reza
su epitafio: “
“Los romanos en su mayoría están de acuerdo
que este fue el mejor de los hombres buenos
Lucio Escipión, hijo de Barbato,
fue cónsul, censor, edil
tomó Córcega y la ciudad de Aleria
dedicó un templo de mérito a las tempestades”
Nota del autor
Algunos historiadores
consideran que el dies natalis del templo es el 23 de diciembre, pero es
improbable; se basan en la lista de los Fasti Antiates Maiores, pero muchas de
sus fechas no mantienen un orden coherente. Ovidio, sin embargo, deja muy clara
la fecha (salvo que se equivoque, que nadie es infalible). En sus Fasti VI, al hablar del 1 de junio,
dice lo siguiente: “También tú,
Tempestad, confesamos que mereciste un santuario cuando la escuadra fue casi
sepultad en las aguas corsas.”
Localización del Sepulcrum Scipionum y del aedes Tempestates |
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