Denario de época severa |
Aniversario de la inauguración del templo a la diosa Concordia en el foro romano.
La diosa
Concordia
Varrón, Lengua Latina V (74), nos explica el
origen de su nombre: “Concordia procede
de cor congruens «corazón acorde». Así, esta antigua divinidad romana,
simboliza la buscada y deseable unión entre los hombres, la conformidad y paz
social, la buena armonía.
Tiene especial relevancia en la historia política
romana ya desde tiempos de la República. Los tribunos de la plebe C. Licinio y
L. Sextio habían logrado que se aprobasen las leyes llamadas por ellos leges Liciniae-Sextiae. Estas leyes no
eran del agrado de los patricios por diversas cuestiones –limitaba, por
ejemplo, el interés en los préstamos; y que uno de los dos cónsules anuales
fuese de origen plebeyo-. El asunto provocó violentos altercados entre ambos
órdenes sociales: plebeyos contra patricios. Incluso los plebeyos amenazaban
con la secesión.
Los patricios nombran a M. Furio Camilo como
dictador para que solucione el asunto como mejor desee, lo que incluye el uso
de la violencia más extrema. Sin embargo, Camilo solucionó el problema
diplomáticamente, logrando que se aprobasen parcialmente las leyes y la paz
entre patricios y plebeyos.
Tito Livio lo narra en su Historia de Roma VI (42, 9-12)
del siguiente modo, como muestra de lo complicado del sistema político romano: “[…] una sedición civil más terrible lo
recibió en Roma, y, después de muy duros enfrentamientos, el dictador y el
senado fueron vencidos, en el sentido de ser aprobados los proyectos de ley de
los tribunos; y, a pesar de la oposición de la nobleza, se celebraron comicios
consulares en los que Lucio Sexito, el primer plebeyo, fue elegido cónsul. Y ni
siquiera así terminaron los enfrentamientos. Como los patricios declaraban que
ellos no iban a validar la elección, la situación llegó casi a una secesión de
la plebe y a otras terribles amenazas de luchas civiles. No obstante, por
mediación del dictador se aplacaron las discordias por transacción: la nobleza
cedió ante la plebe en lo referente al cónsul plebeyo, la plebe ante la nobleza
en lo referente a nombrar un pretor patricio que administrase justicia en
Roma.”
Camilo, antes de comenzar las difíciles
negociaciones había prometido un templo a la diosa Concordia, como muestra de
su actitud y la que debían tener los implicados políticos. Fue erigido el 22 de
julio del año 367 a .
C., siendo este su dies natalis
original.
Epítetos
comunes
A veces el nombre de la diosa va acompañado de
diversos epítetos, como:
- Concordia
Augusta, el empleado por la familia y el culto imperial.
- Concordia
Militaris, en relación a la armonía en el ejército.
- Concordia
Provinciarum, la paz entre las provincias.
- Concordia
Conjugalis, a veces la más difícil de obtener, en el matrimonio.
Representación
A Concordia se la representa como una matrona, a
menudo velada, llevando gruesos ropajes. Suele portar una pátera –una escudilla
empleada en sacrificios y libaciones-, una rama de olivo representando la paz y
una cornucopia, simbolizando la prosperidad y la abundancia obtenida cuando
todos trabajan en armonía. A veces porta un caduceo y una corona. Se la asocia
con la cigüeña, símbolo de la devoción familiar entre los romanos. En ocasiones
junto a su imagen aparecen dos manos derechas abiertas en disposición de ser
estrechadas, simbolizando el acuerdo entre dos personas.
Se la suele representar acompañada de divinidades a
pares, como Salus y Pax; o Securitas y Fortuna; o incluso Mercurio y Hércules.
Aedes
Concordia
Inaugurado el 22 de julio del 367 a . C. por orden del
dictador M. Furio Camilo, está ubicado en la esquina noroeste del foro romano,
en lo que se conoce como area Concordiae.
Varios son los prodigios que se le atribuyen. Tito
Livio, en su Historia de Roma XXXVI (23) nos narra uno de ellos ocurrido en
el 211 a .
C.: “La Victoria que estaba sobre el
pináculo del templo de Concordia, alcanzada por un rayo y derribada, quedó
enganchada en las Victorias que había en las antefijas y no se cayó al suelo.”
Nunca debe olvidarse la importancia de los rayos en la mentalidad religiosa
romana.
Cuenta Julio Obsecuente, en su Libro de los
Prodigios, un singular fenómeno ocurrido en el exterior del templo dos veces,
el primero en el año 183 y el segundo en el 181 a . C.: llovió sangre
durante dos días en la explanada que comparte Concordia con el templo a Vulcano
(para más información sobre este último templo, ver Volcanal en el festival de
la Volcanalia).
Dión Casio nos narra otro prodigio u hecho insólito
en su Historia Romana L (8, 2) en tiempos de la guerra entre M.
Antonio y Octaviano: “Un búho voló, en un
primer momento, por encima del templo de la Concordia y, a continuación, por
encima de casi todo los demás lugares más sagrados y al final, cuando se le
echó de aquellos lugares, se posó sobre el templo del Genio del pueblo. Y ni se
le consiguió capturar ni levantó el vuelo hasta pasado mucho tiempo.”
En el 121
a . C., tras la muerte del notorio C. Graco, el senado
ordenó restaurar el templo al cónsul L.
Opimio, que construyó al norte del templo una basílica que lleva su nombre –Basilica Opimia-. Desde ese momento, el
templo se emplea a menudo como lugar de reunión del Senado y del colegio de los
hermanos arvales.
En el 7 d. C. Tiberio comienza a reestructurar el
templo gracias al botín obtenido en Germania, denominando ahora al templo como Aedes Concordiae Augustae, haciéndolo en
memoria de su difunto hermano Druso; culmina la obra el 16 de enero del 10 d.
C., para algunos un nuevo dies natalis.
Ovidio, en sus Fasti I (635-650) nos explica,
especialmente poético, cómo M. Furio Camilo erigió el templo y Tiberio,
“capitán venerable”, lo restauró, siendo la esposa de Augusto, Livia, la
encargada de adornarlo, siendo una gran promotora de esta deidad: “Diosa refulgente, el día siguiente te
instaló en un templo blanco como la nieve, donde la alta Moneta pasea sus pasos
sublimes. ¡Ahora verás bien a la muchedumbre del Lacio, Concordia; ahora te han
colocado manos sagradas! Furio, vencedor del pueblo etrusco, te había prometido
en exvoto en la antigüedad y había cumplido su promesa. Fue la razón que la
plebe con las armas empuñadas hizo la secesión de los patricios, y la misma
Roma temía a su propia fuerza. La causa reciente es mejor: la Germania ofreció
sus cabellos sueltos a tus auspicios, capitán venerable. Entonces ofrendaste el
regalo del pueblo vencido y levantaste el templo a la diosa que tú mismo
veneras. Tu madre, la única que se ha hallado digna de compartir el lecho del
gran Júpiter, adornó este templo con un altar y demás accesorios.”
El templo a Concordia es uno de los grandes museos
estatutarios de Roma. Sus donaciones son casi incontables. Augusto, por
ejemplo, lo dotó de estatuas empleando el dinero que le ofrecían para hacer las
propias, a este templo, así como a Pax y Salus. Destacan estatuas a multitud de
divinidades, obras de arte de magnífica factura. Están representados, como
asegura Plinio el Viejo, Apolo, Juno, Latona con Apolo y Diana infantes,
Esculapio y Hygea, Marte, Mercurio, Ceres, Júpiter o Minerva; sin olvidar
pinturas, pues el templo también es pinacoteca, de Marsias, Liber o Casandra.
Entre otras obras, cuatro elefantes de obsidiana dedicados a Augusto, y un
famoso ónice que había pertenecido al tirano Polícrates de Samos (siglo VI a.
C., toda una antigüedad).
Reconstrucción ideal del templo a Concordia |
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