Ubicación del Aedes Mentis en el Capitolio |
Aniversario
de la inauguración del templo erigido en honor a la diosa Mens; a esta diosa a veces se la conoce como Mens Bona. Este dies natalis también se conoce como Mentis in Capitolio.
La diosa Mens…
Personificación
de la inteligencia, de la facultad intelectual, del buen juicio y la prudencia.
Cuando se prometió su templo se tuvo en cuenta especialmente el uso de la
inteligencia para la planificación de las campañas militares: se dedicó tras
una desastrosa derrota en Trasimeno.
…¿O la diosa Venus
Mimnermia?
Algunos
autores consideran que Mens es un aspecto de Venus, con el epíteto de
Mimnermia. El gramático Servio la denomina “quod
meminerit omnium” –la que lo recuerda todo-. Cuando se consagró su templo
se hizo junto al de Venus Ericina, siendo solicitados los dos cultos por los
libros Sibilinos.
Plinio el Viejo y su
valoración sobre Mens
Este
autor en su Historia Natural II (14-15) nos muestra una crítica feroz sobre
la divinización de cualidades humanas, como la Inteligencia, entre otros.
Muchos eruditos romanos, incluido Cicerón, censuran a estos dioses
“inventados”: “Desde luego, es incurrir
en la mayor simpleza el creer que hay innumerables dioses (y, aún más, creerlo
por los defectos de los hombres) como la Honestidad, la Concordia, la
Inteligencia, la Esperanza, el Honor, la Clemencia y la Lealtad, o, como quería
Demócrito, solamente dos, el Premio y el Castigo. Los mortales, perecederos y
sufrido, recordando su propia debilidad hacen esta clasificación por partes, de
forma que cada cual rinde culto a aquellos aspectos de los que más falto está.”
El desastre del Lago
Trasimeno (217 a .
C.)
Tras
la desastrosa derrota romana a manos de Aníbal en la batalla del Lago Trasimeno,
Roma entró en pánico. Habían muerto o caído prisioneros más de veinticinco mil
combatientes, incluido el cónsul C. Flaminio. La ciudad no contaba en ese
momento con efectivos militares y la segunda guerra púnica se perfilaba de una
dureza singular. Entre varias medidas se nombró dictador a Q. Fabio Máximo,
apodado Cunctator, que escogió hostigar al enemigo, asediarlo en Italia pero
evitando cualquier confrontación directa. Aníbal en esos momentos era
invencible.
Se
consultaron los libros Sibilinos para averiguar que medidas debían tomarse en
relación a la divinidad. Tito Livio, en su Historia de Roma XXII (9-11) nos
narra los hechos: “Los decenviros,
consultados los libros del destino, informaron a los senadores que el voto que
se había hecho a Marte con motivo de aquella guerra no había sido realizado en
debida forma y había que hacerlo de nuevo desde el principio y con mayor
solemnidad; además, había que prometerle con voto a Júpiter unos grandes
juegos, y a Venus Ericina y a Mens, un templo, y celebrar una rogativa y un
banquete sagrado […].”
De
este modo se votó por el templo a Mens, una súplica, una búsqueda más racional
y planificada de la larga guerra que debía librarse en casa, en la patria
italiana. Dos fueron los templos prometidos: uno a Venus Ericina y otro a Mens.
El primero debía ser prometido por la autoridad máxima, por lo que el templo a
Mens lo prometió un pretor. Tito Livio nos lo explica: “La promesa del templo a Venus Ericina la hizo el dictador Q. Fabio
Máximo, pues de acuerdo con los libros del destino se había dictaminado que
hiciese el voto quien detentase la máxima autoridad en la ciudad; la promesa
votiva del templo a Mens la hizo el pretor Tito Otacilio Craso.”
El
8 de junio del 215 a .
C. los templos fueron inaugurados, siendo su dies natalis, por Q. Fabio Máximo y T. Otalicio, oficiando como duumviri aedi dedicandae, cargos
especiales cuya función es inaugurar templos.
Aedes Mentis
El
templo está situado en el Capitolio, un área densamente poblada de edificios
religiosos. Junto a él se encuentra el templo de Venus Ericina, separados solo
por un pequeño desagüe –canali discretae-.
Debido
a su situación, en la esquina suroeste, se puede ver la Roca Tarpeya o el
templo de Júpiter Capitolino.
En
el 115 a .
C (o en el 107) fue restaurado por M. Emilio Escauro, uno de los políticos más
relevantes y brillantes de su tiempo, victorioso tanto en la guerra como en la
diplomacia, demostrando con creces ser el más idóneo para restaurar un templo a
la inteligencia.
En
el 193 d. C., el emperador Pertinax hace acuñar monedas con la efigie de Mens,
resaltando sus dotes de inteligencia política y militar. La divinidad aparece
junto a Juno y el epígrafe mentes
laudandae –alabemos o elogiemos la inteligencia-.
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