Juegos
establecidos en honor a Apolo, en su momento una divinidad extranjera para los
romanos. Extranjera pero no desconocida, sin ser especialmente popular entre la
plebe. En estos ludi se “convirtió” en uno más de los dioses nacionales
romanos.
Origen y naturaleza del
festival
El
autor Macrobio, en sus Saturnales (libro I 23-30), obra
erudita, nos detalla la razón y origen de estos juegos, así como los sacrificios
adecuados a realizar, sin dejar de disertar sobre la naturaleza del propio
Apolo:
“Por este motivo adoramos también a Apolo,
esto es, al sol, con epítetos que significan unas veces la salud, otras la
peste; no obstante, dado que lanza la peste contra los culpables, significa
claramente que este dios protege a los buenos. De aquí a Paquino, promontorio
de Sicilia, se venera a Apolo Libistino –de los Libios, en referencia a los
cartagineses- con una devoción extraordinaria. En efecto, cuando los libios,
con la intención de invadir Sicilia, arribaron a este promontorio, Apolo, que
era venerado en este lugar, fue invocado por los habitantes: envió una epidemia
contra los enemigos, que fueron sorprendidos, casi todos, por una muerte
repentina; por este motivo, recibió el epíteto de Libystinus. En nuestros
anales también se documenta una manifestación similar de la intervención
majestuosa de este dios. En efecto, se celebraban en Roma los juegos en honor a
Apolo, conforme al oráculo del adivino Marcio y la profecía de la Sibila,
cuando de repente llegan los enemigos, y la plebe, llamada a las armas, corre a
su encuentro, y en ese preciso momento se vio volar contra ellos una nube de
flechas que los puso en fuga y permitió a los romanos tornar, victoriosos, a
los espectáculos en honor del dios salvador. De aquí se deduce que los juegos
se instituyeron a causa de una guerra, no de una epidemia, como pretenden
algunos. Ahora bien, he aquí la razón de esta creencia: durante los juegos, el
sol brilló en su punto más alto de nuestra región. En efecto, Cáncer está en el
trópico estival, y cuando se encuentra allí, sus rayos, enviados no de lejos,
sino verticalmente, alumbran nuestra región templada fulgores directos. De aquí
surgió la creencia de algunos de que los Juegos Apolinares se celebran para
aplacar, justamente en esa fecha, al dios del calor. Pero leo en las fuentes
literarias que estos juegos fueron instituidos a causa de una victoria, y no,
como narran algunos escritores de anales, por motivos de salud. Es, en efecto,
en el curso de la Guerra Púnica cuando, siguiendo a los libros sibilinos, estos
juegos fueron instituidos por primera vez, a propuesta del decenviro Cornelio
Rufo, que recibió por este motivo el sobrenombre Sibila y, más tarde, por
alteración del vocablo, fue el primero en ser llamado Sila. Según la tradición,
en las poesías del adivino Marcio, dos rollos del cual fueron llevados al
Senado, se encontró el texto siguiente: «Si queréis, romanos, expulsar al
enemigo de vuestro territorio, plaga de naciones que viene de lejos, mi consejo
es que consagréis a Apolo unos juego, que se celebren cada año con alegría en
honor a Apolo. Que presida la celebración de estos juegos el pretor urbano,
quien impartirá justicia estricta a los ciudadanos y al pueblo. Que los
decenviros sacrifiquen víctimas según el rito griego. Si hacéis esto
escrupulosamente; seréis siempre dichosos y la República será más próspera;
pues el dios exterminará a vuestros enemigos que pacen tranquilamente vuestros
campos». De acuerdo con esta profecía, se consagra un día a ceremonias
expiatorias, luego se promulgó un senadoconsulto para que los decenviros
consultaran los Libros Sibilinos a fin de recabar más información acerca de la
celebración de los juegos en honor a Apolo y acerca de la correcta celebración
del sacrificio. Después de que los decenviros anunciaron que habían hallado las
mismas prescripciones en los Libros Sibilinos, los senadores decidieron que
serían consagrados y celebrados unos juegos en honor a Apolo, y con esa
finalidad, entregaron al pretor doce mil ases y dos víctimas adultas, y
ordenaron a los decenviros que hicieran el sacrificio según el rito griego con
las víctimas siguientes: un buey con los cuernos dorados y dos cabras blancas
con los cuernos dorados en honor de Apolo, y una vaca con los cuernos dorados
en honor de Latona –su madre-. Ordenaron que el pueblo asistiera a los juego en
el circo coronado de guirnaldas. Este es, según la tradición principal, el
origen de los Ludi Apollinares.”
Los
Carmina Marciana
Colección
de libros proféticos atribuidos a Anco Marcio, cuarto rey de Roma, al que
Macrobio llama simplemente Marcio –aunque existe controversia sobre quién fue
realmente este Marcio-. Debido a esta ascendente regio, los carmina fueron incorporados a Libros
Sibilinos en el 213 a .
C. En estos carmina, entre otras
cosas, se había predicho el desastre de Cannae.
Un poco de historia
En
el 211 a .
C., el senado, a propuesta del pretor Calpurnio, decretó que los juegos debían
repetirse cada año, ya que el primero se celebró con el propósito de
congraciarse con Apolo para detener a los cartagineses. El día que debía
celebrarse era cuestión de debate. En el 208 a . C., cuando Roma fue castigada con una
plaga, el pretor urbano –o edil curul, según otras fuentes- P. Licinio Varo, estableció
que los juegos debían celebrarse siempre el 6 de julio. Durante el Imperio los
días de celebración se amplían hasta el 13 de julio.
Julio
César y Augusto tenían en gran estima y consideración estos ludi, promocionándolos como si fuesen
asunto personal. En el caso de Julio César, al coincidir con su cumpleaños.
Los juegos
Días
de alegre celebración, donde la plebe se engalana con guirnaldas de flores y
banquetean en los porches de sus casas o en plena calle. Las matronas, mujeres
casadas, suplican a Apolo, rezándole con diversas peticiones, ya que ese día
les es propicio.
Se
organizan juegos ecuestres en el Circo Máximo, otorgando premios a los
asistentes –lo más habitual es que se celebren el día 13-. Además, se organizan
unos ludi scaenici, en las que se
ofrecen obras denominadas fabulae praetexta, típicamente romanas. No son
pocos los actores famosos que pugnan por participar en los mismos, ya que gozan
de gran prestigio.
Sin
embargo, según las propias preferencias del emperador reinante, estos juegos
pueden incluir otros festejos, como venationes.
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