Festival
en el que se honran a las divinidades de las arboledas, con la idea de congraciárselas.
Debe matizarse que se trata de aquellas arboledas, sotos y bosques lindantes
con los campos de cultivo.
Origen del festival
Ya
desde los más remotos tiempos, los romanos temían la ira de las desconocidas
divinidades de los sombríos bosques, que al fin y al cabo, no verían con buenos
ojos como los mortales desbrozan y talan con propósito de obtener nuevas
tierras de cultivo, robándoles su propio terreno arbóreo. Al no saber cuales
son las posibles divinidades que habitan en los bosques, siempre esquivas y
misteriosas, en la Lucaria y ritos asociados a las arboledas, los romanos
suelen dedicar sus fórmulas rituales y plegarias a “un dios o diosa” –“si deus, si dea”- sin nominar de forma
alguna, evitando enfurecer a alguno por equivocación. Sin embargo, las
divinidades que pueden nombrarse suelen ser Fauno, Silvano, Diana o incluso a
Marte.
El
gramático Verrio Flaco considera, sin embargo, que el festival tiene como
origen la batalla del río Alia (390/387 a. C.), en la que los galos, tras
derrotar y humillar a los romanos, les obligaron a refugiarse en una arboleda
sagrada. La batalla habría tenido lugar un 18 de julio, justo antes de la
Lucaria. Siendo establecido este festival en agradecimiento a la divinidad que
habita esa arboleda.
La arboleda del monte Pincio
Al
noreste del monte del Quirinal, fuera del perímetro de Roma, se levanta el
monte Pincio –aunque en tiempos imperiales se la conoce como “Collis Hortulorum”, debido a los
numerosos jardines que la pueblan, donación de familias importantes-. Allí existe
desde antiguo una arboleda sagrada, dedicada a una divinidad ya olvidada, lugar
central de los ritos realizados durante la Lucaria.
El término lucar
Esta
palabra designa un impuesto especial sobre los bosquecillos sagrados,
considerando que de ellos se obtiene madera y otros bienes, como caza y
alimento –setas, bellotas-. Por lo que muchos autores romanos consideran que la
Lucaria hace referencia a ese impuesto, el cual, además, era invertido en las
celebraciones y festivales religiosos.
Fórmula ritual apropiada para
la Lucaria
Catón
el Viejo, en su De agri cultura (139-140),
detalla la fórmula para congraciarse con las divinidades forestales durante la
rotura y clareo en el bosque con fines agrícolas:
“La siguiente es la fórmula
romana que se observa en el adelgazamiento de una arboleda: Un cerdo es el
adecuado para ser sacrificado, mientras se pronuncia la siguiente oración: «Ya
sea un dios o una diosa a la que esta arboleda está dedicada, ya que es tu
derecho recibir en sacrificio un cerdo por el adelgazamiento de esta arboleda
sagrada, y para este propósito, ya sea yo o alguien a quien ordene hacerlo, hágase
con razón. Con este fin, te ofrezco un cerdo y te pido humildemente que tengas
piedad y misericordia a mí, a mi casa, mi hogar y mis hijos. Espero que
dignamente aceptes este cerdo que yo te ofrezco».”
Nota del autor: desgraciadamente, poco sabemos en realidad
de la Lucaria y de los ritos que en ella se celebraban, aunque al parecer
involucraba a los campesinos y pastores que poseían tierras cerca de las
arboledas, cazadores, carboneros y leñadores. En otras palabras, a todos
aquellos que se ganaban la vida cerca del bosque y temían la ira de los seres
sobrenaturales que los habitan.
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