Localización del templo de Juno Moneta en el Arx |
Aniversario conmemorativo de la inauguración del templo erigido en honor a Juno Moneta.
Lucio Furio
Camilo y Juno Moneta
Era el año 345 a . C. y Roma nuevamente estaba en guerra.
En esta ocasión con el pueblo de los auruncos, situado a caballo entre el Lacio
y la Campania. No se trataba de un conflicto bélico importante o vital,
asemejando más un acto desesperado u oportunista de este pueblo. Roma, sin
embargo, quiso dar un mensaje claro a los latinos: no permitiría rebeliones ni
que se cuestionase su autoridad. Para la guerra envió, nombrado dictador, a
Lucio Furio Camilo, hijo del que fue llamado “segundo fundador de Roma”, Marco
Furio Camilo.
Tito Livio, en su Ad Urbe Condita VII (28),
nos narra el hecho con claridad: “Comenzó,
luego, una guerra con los auruncos a raíz de un pillaje repentino, y por temor
a que esta acción de un solo pueblo respondiese a un plan de toda la nación
latina, fue nombrado dictador, como si hubiese que hacer frente ya al Lacio en
armas, Lucio Furio, el cual nombró jefe de caballería a G. Manlio Capitolino. Y
después de decretar la suspensión de los asuntos públicos, igual que solía
hacerse en los casos de graves perturbaciones, y realizar una leva sin
exenciones al servicio de armas, las legiones fueron conducidas contra los
auruncos lo más rápidamente que se pudo. En éstos encontraron ánimo más de
saqueadores que de enemigos en regla, y así en la primera batalla se llegó al
fin de la guerra. El dictador, no obstante, como habían iniciado la guerra por
iniciativa propia y se entregaban sin reservas a la lucha, pensó que se debía
recurrir también al poder de los dioses y en el transcurso mismo de la pelea
prometió con voto un templo a Juno Moneta; regresó a Roma comprometido con este
voto y dejó la dictadura. El senado dispuso el nombramiento de duunviros para
que se construyese aquel templo en consonancia con la grandeza del pueblo
romano; se destinó, para ello, en la ciudadela un espacio que había sido el
emplazamiento de la casa de M. Manlio Capitolino. […] Un año después de haberse
hecho voto del mismo, es dedicado el templo de Moneta durante el tercer
consulado de G. Marcio Rútulo y el segundo de T. Manlio Torcuato. A la
dedicación siguió, de forma instantánea, un prodigio similar al antiquísimo
prodigio del monte Albano, pues hubo una lluvia de piedras y se vio a la noche
extenderse en pleno día. […] Se acordó que acudiesen a presentar súplicas no
sólo las tribus, sino también los pueblos del contorno y se les señaló un orden
según el día en que cada uno presentaría sus súplicas.”
Como puede verse, se trató de una guerra menor,
casi súbita; pero las promesas a los dioses deben cumplirse. Aunque, quizás, en
este caso, Furio Camilo se precipitó en su petición de ayuda divina.
Juno Moneta, “aquella
que avisa”
No son pocos los epítetos con los que se honra a
Juno, siendo moneta uno de los más
interesantes. Cicerón, entre otros autores romanos, consideran que este epíteto
deriva de monere, la que advierte o
avisa. Su origen se entremezcla en un hecho histórico y fábula: el asedio de
los galos al Capitolio y la salvadora advertencia de las ocas sagradas de Juno
en el Arx. Cuentan que estos animales, advertidos de la presencia del bárbaro
enemigo, avisaron a la guarnición romana del nocturno asalto, evitando el
desastre. (Ver el festival del Supplicia
canum para obtener más
información). Aunque es justo decir, que en el caso de Cicerón, hace referencia
a un terremoto, narrando en su Sobre la Adivinación como una voz
proveniente del templo de Juno aconsejaba el sacrificio de una cerda preñada
para conjurar el terremoto.
Con el paso del tiempo, se acuñó moneda de plata en
unas dependencias aledañas al templo –algunos autores consideran que fue
durante la guerra contra Tarento-. Por ello, al referirse a la ceca como ad monetam, en referencia al templo, fue
adquiriendo el significado moderno de moneda. En tiempos de Domiciano la ceca
se trasladó cerca del Anfiteatro Flavio.
Sin embargo, para los propios romanos la naturaleza
y origen de esta “juno” es controvertida y compleja. Para Livio Andrónico se
trata de un equivalente latino de Mnemosyne, titánide encarnación de la Memoria
y madre de las Musas; Valerio Máximo considera que se trata de la Juno
proveniente de Veyes (que no es otra que Juno Regina); otros que se trata de la
Hera de Cumas; o bien la Juno adorada por los sabinos y procedente de Cures, de
carácter guerrero.
Complicada cuestión, aunque casi todos sí coinciden
en que el culto a Juno Moneta es más antiguo de lo que parece a primera vista.
Aedes Junonis
Monetae
Situado en el Arx, un pequeño promontorio al norte
de Capitolio. Está ligeramente más elevado que el propio Capitolio, siendo
perfecto para que los augures observen el vuelo de las aves –auguraculum-. Se trata de una altura
preñada de simbolismo religioso y preeminencia estatal, en la que destaca la
cercanía del Asylum o la Scalae Gemoniae, por donde se arrojan los cadáveres de los prisioneros
ejecutados en la Carcer, sin olvidar
el cercano tabularium –deposito de
los archivos estatales-, o el propio templo de Júpiter Óptimo Máximo.
Según los propios anticuarios romanos, entre ellos
Plutarco, en este lugar residía Tito Tacio, aquel mítico co-regente procedente
de Cures, ciudad sabina -¿Posible señal que confirma la procedencia de esta
Juno antaño de naturaleza guerrera, apaciguada por el tiempo?-.
Con el tiempo, el Arx lo habitó M. Manlio
Capitolino, defensor del último reducto en la ciudad durante el infame ataque
de los galos. Avisado por las ocas sagradas, pudo defender la ciudadela. Pero
avatares del destino, este hombre, héroe en el pasado, fue considerado enemigo
público al final de su vida. Defensor a ultranza de la causa plebeya, se ganó
el odio de sus iguales patricios. Fue ajusticiado arrojado por la Roca Tarpeya,
su casa en el Arx se demolió y se prohibió a los patricios habitar la cima. Era
el año 384 a .
C.
Tras la victoria sobre los auruncos, fue inaugurado
el templo el 1 de junio del 344
a . C., siendo su dies
natalis.
Se le atribuye un curioso prodigio acontecido en el
196 a .
C. Dos lanzas de punta férrea ardieron sin motivo aparente, quizás asociando a
esta Juno Moneta con su antiguo aspecto bélico.
En su interior, durante varios siglos, se guardaron
los libri lintei –libros elaborados
en lino, de manufactura etrusca- en los que se inscribían las listas de los
magistrados prominentes de la ciudad, como los cónsules, desde el inicio de la
república. Por ello, también son conocidos como “libros de los magistrados”.
Sin embargo, es posible que incluyesen información variada sobre algunos hechos
históricos, religiosos e, incluso, mitológicos. El propio Tito Livio comenta
que los empleaba como fuente de información para sus libros.
Nota del
autor
Resulta más que curioso, que siendo uno de los templos
más importantes de Roma, se ignore su localización exacta. Es un misterio sin
resolver, todavía. Se sabe que se halla en el Arx, se han encontrado vestigios
de fortificación arcaica, pero no la planta del templo. ¡Todo es secreto con
Juno Moneta!
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