Festival en honor a Mercurio, dios de los mercaderes
y, entre otras cosas, del beneficio, la ganancia y el engaño –así como de los
ladrones-.
El templo a
Mercurio y el comienzo del festival
Inaugurado por el centurión M. Laetorio el 15 de
mayo del 495 a .
C., entre las colinas del Aventino y el Palatino, cerca de lo que sería el Circo
Máximo. En esa fecha del 15 de mayo comienza el festival de la Mercuralia, también
conocido como festum mercatorum, en
la que participan comerciantes, mercaderes y vendedores de todo tipo.
Petición y
ruego a Mercurio
Durante el festival los participantes –todos dedicados
al negocio comercial- se dirigen en procesión a una fuente situada cerca de la
Puerta Capena. Una vez allí, ruegan a la divinidad por la expiación de sus
faltas y engaños empleados durante la ejecución de sus compraventas, estafas y malas
artes, así como la fortuna para inventar nuevos trucos y engaños.
Nada como Ovidio en sus Fasti (V, 670-693) para tener una clara visión del festival y los
ruegos:
“Quienesquiera
que profesan la venta de mercaderías te ruegan, ofreciéndote incienso, que les
reportes ganancias. Hay un agua de Mercurio, cerca de la Puerta Capena; si cabe
creer en los que la han probado, posee efectos milagrosos. A la fuente va el
mercader vestido con la túnica arremangada y purificado con una urna sahumada,
y coge agua para llevarse. Humedece con el agua una rama de laurel y con el
laurel mojado salpica todas las mercaderías que pronto han de tener otros
dueños. Él también se moja se moja el pelo con el laurel chorreando y pronuncia
una plegaria con su voz acostumbrada a engañar: «lava los perjurios del tiempo
pasado, lava las palabras engañosas de días anteriores. Si te he puesto por
testigo, Mercurio, o he invocado en falso el poder divino de Júpiter, en la
creencia de que no iba a oírme, o si a sabiendas he engañado a otro dios o
diosa, que los rápidos vientos del sur se lleven mis malas palabras y que el día
siguiente me facilite nuevos perjurios y que los dioses de arriba no tomen
cuenta de ellos, cuantos haya proferido. Únicamente, concédeme ganancias, concédeme
disfrutar de las ganancias adquiridas, y haz que me sea de provecho engañar al
comprador.» Mercurio se ríe desde lo alto del que pide tales cosas, acordándose
de que él había robado las vacas ortigias –vacas robadas a su hermano Apolo el
mismo día de su nacimiento-.”
Cerca de la Puerta Capena –al sur de Roma- existe
una fuente llamada “de Mercurio”. Es una de las entradas vinculadas a la Vía
Apia, la más célebre de las calzadas romanas. Curiosamente, es un barrio
frecuentado por mendigos y judíos pobres.
Regio I: Porta Capena |
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