Denario augustal representando a Feronia |
Festival dedicado a Feronia, diosa sabina de la naturaleza salvaje; este día también está dedicado a Fortuna Primigenia, ambas divinidades muy unidas a la ciudad de Praeneste.
La diosa
Feronia
Su nombre deriva del sabino feres, “terreno no cultivado”, en contraposición con el mundo
civilizado agrícola, aunque no como un opuesto negativo –aunque otros
consideran que su nombre procede de ferus,
silvestre, animal salvaje-. Feronia es divinidad que habita en el linde del
mundo silvestre y el agrícola. Puede considerarse que se trata de la naturaleza
salvaje, sin domesticar, pero que es propicia a ello, siendo benefactora de la
humanidad.
Es celosa de su privacidad, la que protege del modo
que sea, como revela curiosamente Plinio el Viejo en su Historia Natural, II,
146: “En Italia, entre Terracina y el
Templo de Feronia dejaron de hacer torres en tiempos de la guerra civil, al no
quedar en pie ninguna de ellas por los rayos.” Se explica el fenómeno
meteorológico, la inusual tormenta eléctrica, como una manifestación clara de
la diosa por no tener vínculo alguno con las ciudades, símbolos de civilización.
Feronia es agreste, y así desea permanecer. Una divinidad “salvaje” que no
deseaba tener vínculo alguno con la ciudad, aunque cabe destacar que no se
trata de una divinidad hostil: es patrona de los mercados agrícolas rurales.
Entre los sabinos se emitió moneda con su efigie,
lo que muestra su importancia entre estas gentes.
Según Dionisio de Halicarnaso la diosa recibe tres
epítetos diferentes:
- Antóforos, portadora de flores
- Filostéfanos, amante de las coronas
- Perséfone, aunque esta más inusual
Érulo, el
rey-demonio
La diosa Feronia tiene escasa mitología, aunque
destaca su hijo Érulo, identificado como uno de los antiguos reyes de
Praeneste, nombrado por Virgilio en la celebérrima Eneida. En ella se nos narra
como un nostálgico Evandro, rey fundador de Palantia, lo había vencido en
combate personal. Extraño y singular ser con tres cuerpos y tres almas, siendo similar al gigante Gerión:
“Ah, si quisiera Júpiter
devolverme mis años juveniles,
Como era entonces cuando al
pie de los muros de Praeneste
Arrollé la vanguardia de
enemigos
Y quemé vencedor pilas de
escudos
Y mandó este mi brazo a las
simas del Tártaro
Al rey Érulo, aquel a quien
su madre Feronia –horroriza contarlo-
Dio al nacer tres vidas. Le
era dado vestir tres armaduras.
Tres veces era fuerza darle
muerte.
Pues le arranco las tres,
este mi brazo, con sus tres armaduras.”
El santuario de
Lucus Feroniae
Posee numerosos santuarios silvestres en Italia
central, aunque el más célebre y conocido está en Feronia, muy cerca del Monte
Soracte –ver entrada en el blog sobre la licantropía y el dios Sorano-. Este
lugar recibe el nombre de Lucus Feroniae
–Bosque sagrado de Feronia-, destacando lo poco poblado de la región y sus
frondosos y primigenios bosques.
En este lugar, desde antiguo, los sabinos, latinos
y etruscos, se reúnen para mercadear, sin preocuparse de conflictos bélicos:
todos respetan la naturaleza sagrada del santuario, siendo Feronia muy celosa
del respeto debido a ella. Feronia es adorada por los tres pueblos antes
citados.
Tito Livio, en su Historia de Roma XXVI, 11, 9, nos
narra el saqueo que sufrió el santuario a mano del temible Aníbal durante las
Guerras Púnicas, además nos detalla cómo las gentes de alrededor lo empleaban
como refugio de sus riquezas agrícolas y pecuniarias y el temor que despertaba
la deidad: “Desde allí continuó hacia el
bosque sagrado de Feronia, cuyo templo era en aquellos tiempos famoso por sus
riquezas. Los habitantes de Capena y demás convecinos llevaban allí las
primicias de sus cosechas y otros presentes, de acuerdo con sus posibilidades,
y lo habían adornado con gran cantidad de oro y plata. De todas estas donaciones
fue entonces despojado el templo. Después de la marcha de Aníbal se hallaron
grandes montones de bronce, pues los soldados tiraban las piezas impulsado por
el temor religioso. Sobre el despojo de este templo no hay duda entre los
historiadores.”
Debido a ello, a Feronia también se la considera
garante de las primicias agrícolas, aunque pueda parecer contradictorio.
Estrabón, en su Geografía, V, 2, 9, al describir
someramente el santuario, destaca un curioso rito extático asociado al mismo: “La ciudad de Feronia se encuentra al pie del
monte Soracte y tiene el mismo nombre que una divinidad del lugar que goza de
gran veneración entre los habitantes de entorno; de hecho, en este lugar se
levanta su santuario, en el que se celebran asombrosas ceremonias: así,
poseídos por esta diosa, pasan con los pies desnudos sobre una gran superficie
de carbones y ascuas ardientes, sin sentir dolor, y una muchedumbre de gentes
se reúne en comunidad con motivo de esta fiesta solemne, que se celebra cada
año, y para adorar a la citada diosa.”
En tiempos de Augusto, el lugar obtiene la
categoría de colonia –siendo poblada con veteranos de guerra-, un gran honor,
con el nombre de Colonia Iulia Felix
Lucoferensis, disponiendo de anfiteatro –con capacidad para cinco mil
espectadores-, basílica, termas y otros edificios públicos, ideales para
celebrar su festival anual.
El santuario de
Terracina
Situado a pocas millas al noroeste de Terracina
–también llamada Anxur-, en la costa sur del Lacio. El santuario domina un bosquecillo.
Aquí es costumbre que los esclavos manumitidos vayan en busca de su pileus, el gorro que les identifica como
libertos. Lo habitual es que estos esclavos sean manumitidos en pleno mercado,
siendo un evento multitudinario con más que suficientes testigos de la
liberación.
Debido a la naturaleza de Feronia, se la considera
protectora de los libertos e incluso de los esclavos, representándolos. Es una
de las deidades más vinculadas a los libertos y las clases humildes. En este
santuario se veneran a dos deidades, puer
Iuppiter –Júpiter niño-, también llamado Anxyrus; y a Iuno virgo, identificada como Feronia.
El santuario
en Roma –lucus Feroniae in Campo Martio-
Tras una guerra con los sabinos en el siglo III
a.C., vencidos por el cónsul Curio Dentato, y por medio de evocatio –una petición formal a una divinidad para abandonar su
ciudad para instalarse en Roma-, se inauguró un templo a Feronia en el Campo de
Marte, cerca de la porta Salaria.
Notas sobre el
festival
No se tiene una descripción exacta de su festival,
aunque se puede tener una idea aproximada del mismo; sin embargo, es posible
que no se celebrase en la propia ciudad de Roma, sino en sus santuarios rurales
de Italia central, denominándose Feroniae
in campo.
Comerciantes, artesanos y labradores aprovechan el
festival como día de mercado, siendo así desde muy antiguo. Se trata de grandes
ferias, de las más concurridas y activas de Italia, muy vinculadas al mundo
rural. Los libertos suelen realizar donaciones en sus santuarios, siendo
perfecto realizarlos durante el festival –o bien, celebrando el día de su
liberación-. Los labradores utilizan los santuarios como grandes hórreos,
ofreciendo sus primicias.
Estrabón, como ya se ha podido leer, narra los
singulares ritos que se realizan en sus santuarios. Otro detalle del culto a
Feronia se desarrolla en su santuario de Trebula Mutusca, ciudad sabina al
norte del Lacio. Abundan los olivos en la zona, y allí viven multitud de
pájaros carpintero, los cuales están asociados a dos divinidades: Marte y Feronia.
Cuando hace referencia al primero se le llama picus martius, y cuando hace referencia a la diosa, picus feronius. Al pájaro carpintero se
le atribuyen varias cualidades, una de ellas es estar vinculado al fuego,
siendo portador del mismo –o protector-, y la otra, es que se le atribuye
cierta capacidad profética. Por lo que no sería raro ver oferentes solicitando
el favor de Feronia y su pájaro.
Mapa localizando Feronia -en azul- y el territorio sabino |
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