Tellus, en el Ara Pacis |
Uno de los festivales más antiguos en Roma,
consistente en el sacrificio de vacas preñadas, en honor a Tellus. Se celebra durante las Cerialia, formando parte de los
ritos agrarios primaverales romanos, aunque también está vinculada con el
carácter político y plebeyo de la Fornacalia y la Paganalia.
La diosa Tellus
Esta deidad tan vinculada al poder simbólico de la
tierra -como Madre Tierra- puede considerarse que se nutre de ciertas
características asociadas a Ceres, Bona Dea y Dea Dia, todas divinidades
femeninas, agrarias y arcaicas en origen. Incluso los romanos intercambiaban
sus atributos y naturaleza en ocasiones, siendo complicado disociarlas unas de
otras.
Origen del
festival
Diez años de vacas flacas sufría el pueblo de Roma
en tiempos del rey Numa Pompilio.
Acudió en ayuda de este el terrible dios Fauno,
emitiendo un onírico oráculo, consistente en un acertijo:
“Por la
muerte de ganado, oh rey, la diosa Tellus debe ser aplacada: dos vacas, eso es.
Deja solo un novillo de dos vidas para los ritos”
Numa, confundido y sin saber su significado, acudió
a la ninfa Egeria, que supo
interpretar el oráculo. Se instauró el sacrificio de las reses preñadas, que en
eso consistían las dos vidas.
Nombre del
festival
Procede del nombre rústico que daban los romanos en
los campos a las vacas preñadas: fordae,
o bien, hordae. Difiere su
pronunciación teniendo en cuenta la tradición oral y no escrita de las gentes
del campo. Por ello, el festival podía recibir el nombre de Hordicidia u
Hordicalia. A fordae se une el
término caedendae, que puede
significar tanto “matanza, sacrificio”, como “cortar, amputar”, por lo que el
nombre del festival puede traducirse como “sacrificio o matanza de una vaca
preñada”.
El festival
Cada una de las treinta curias en las que está
dividida la población en Roma sacrifica una vaca preñada –en tiempos del
Imperio esta división en curiae había
perdido su importancia, salvo en cuestiones rituales y religiosas-; a su vez,
el Estado romano realiza otro sacrificio en el Capitolio, estando asistido por
la Virgo Vestalis Maxima, la más importante sacerdotisa romana.
Tras el sacrificio, los terneros nonatos son quemados
en el altar de la Regia, junto con tallos y vainas de habas. Este rito, también,
está asistido por las vestales. Las cenizas resultantes se mezclan con la
sangre y cenizas del caballo inmolado en el October Equus –festival celebrado
el 15 de octubre-. La mezcla, llamada suffimen,
se emplea en las Parilia.
Con estos sacrificios e inmolaciones se suplica por
la protección y fertilidad del ganado, y por la abundancia de cosechas. Siendo de
suma importancia para el bienestar del Estado romano.
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