Licenciosa y antigua fiesta en honor a la ninfa
fluvial Anna Perenna, celebrado en
la ribera del Tíber adyacente al Campo de Marte, concretamente en la zona del
primer miliario de la vía flaminia.
La ninfa Anna
Perenna
Divinidad de cierta complejidad. En origen se trata
de una ninfa asociada al río Numicio y al Tíber, aunque con el tiempo se fueron
asociando diversas leyendas a su naturaleza. Sin embargo, no debe olvidarse que
en esencia es una ninfa fluvial.
Según Ovidio puede tratarse de una hermana de Dido, la gran reina de
Cartago. Huyendo de la ciudad tras el suicidio de la reina, arribó a Italia,
donde se enamora de Eneas sin ser correspondida. Acaba sus días al arrojarse el
río Numicio. Simbolizando por ello la renovación cíclica con la llegada de la
primavera.
Se le asocia al tiempo en su forma lunar, pues los
idus de marzo debían coincidir con el primer plenilunio del año romano
–recordando que antiguamente marzo marcaba el inicio del año-. Asociada por lo
tanto a la diosa Luna y a Temis. Por ello, simbolizaría el ciclo
anual, buscando con su festival el que el nuevo año fuese propicio.
Otro mito relata como se le asociaba a una anciana
llamada simplemente Anna que ayudó a
la plebe en un momento de gran necesidad. Quizás pensaban que la anciana no era
otra que Perenna oculta bajo una faz mortal. Aquí el relato:
“Ha llegado a mis oídos la opinión que voy a relatar y que
no dista de la creencia verdadera. La plebe antigua, cuando no disponía de la
garantía de los tribunos, escapó y se instaló en la cima del
Monte Sacro. Ya les faltaba también el alimento que habían
llevado consigo y el trigo apropiado para las necesidades humanas. De las
Bovilas, un arrabal de la ciudad, era originaria una tal Anna, una vieja
pobre, pero de grandes recursos. Con el pelo canoso ceñido por una mitra de
poco peso, aderezaba tortas rústicas con sus manos temblonas, y de este
modo, humeantes todavía, solía repartirlas entre el pueblo por la mañana,
Tal abastecimiento resultaba grato a la gente. Cuando se hizo la paz en la
ciudad, levantaron una estatua a Perenna por haberles
ayudado cuando estuvieron necesitados.”
El festival
popular
Se consideraba que esta feria plebeya era una de
las más licenciosas y escandalosas, ya que las borracheras y la cohabitación
eran habituales y faltas del más mínimo decoro. Se celebraba el festival con
abundante vino, el cual simbolizaba la salud, el festejo, así como la
longevidad. Se honraba la alegría y la vida con las uniones sexuales.
Las muchachas vírgenes podían romper una
prohibición sagrada de aquellos tiempos, y era la declamación de palabras
soeces y obscenas –especialmente en tiempos de la República y en épocas de
nupcias, después, las costumbres se relajarán-. Por ello, no era raro que las
jovencitas, e incluso niños, aprovechasen para adornar ese día con insultos y
palabras indecorosas. Posiblemente el fin último fuese de carácter apotropaico:
se reforzaba el poder benigno de la ninfa con esta acción a la inversa, aunque
para nosotros parezca extraño y contradictorio.
Aunque la mejor forma de comprender cómo se llevaba
a cabo la feria es de primera mano, nada como la descripción de Ovidio en sus Fasti (III):
“El día de los Idus es el festival del genio de Ana Perenna, no
lejos de tus riberas, Tíber, advenedizo. Se reúne la plebe, y echándose por
doquier en la hierba verde, se pone a beber, y cada cual se recuesta con su
pareja. Algunos aguantan a cielo raso; unos pocos ponen tiendas; otros levantan
una chabola de hojas y ramas; otra parte, así que han levantado cañas a manera
de rígidas columnas, colocan encima las togas extendidas. Sin embargo entran en
calor con el sol y el vino, y se desean tantos años como copas toman, y beben
contándolas. Allí podrías encontrar al que se bebe los años de Néstor –que
vivió tres generaciones- y la que se convierte en la Sibila con las copas que
se toma. Allí también cantan lo que aprenden en el teatro y baten hábilmente
las palmas siguiendo la letra; colocan una crátera en el suelo y ejecutan duras
danzas, y una muchacha ataviada baila con el pelo suelto. Cuando viene de
vuelta, van haciendo eses y son el espectáculo de la gente, y los grupos con
los que se topan los llaman afortunados. No hace mucho me tropecé con una
romería (me ha parecido digno de referir). Una vieja borracha llevaba a rastras a un viejo borracho.”
El paso del
tiempo
El carácter de esta divinidad, su naturaleza y su
festival fueron variando con el paso de los siglos.
República y tiempos de Augusto
Cabe la descripción que se ha realizado del
festival y la divinidad en esta época. Cabe destacar una costumbre que resultó
invariable a lo largo del tiempo, y fue arrojar monedas u otros objetos a la
fuente que tenía consagrada Anna Perenna en Roma, para solicitar su favor, o
bien, como puro acto de devoción.
Siglo II
Al festival se añaden certámenes de índole
cultural, como poesía, recitación y danza, todo en honor a la diosa. Debido a
ello se pierde en cierta medida el carácter licencioso, pues muchos de los
plebeyos dejan aparte sus borracheras y uniones sexuales para acudir o
participar en dichas competiciones.
Siglo IV
Época de crisis y esoterismo en el Imperio. La
divinidad pierde parte de su anterior naturaleza para adquirir ciertos matices
de índole mágico y sobrenatural. Se le brindan ofrendas como hornillos,
lámparas o calderos de bronce, asociados a rituales mágicos. Incluso algunos
solicitan de ella que maldiga a sus enemigos por medio de defixiones –láminas de plomo que se empleaban como vehículo para
realizar maldiciones-, así como recipientes de plomo en cuyo interior se
depositaba una figurilla humana para señalar a la víctima de la maldición.
Asesinato de
César
Cabe recordar que el famoso y aciago asesinato del
gran Julio César ocurrió durante el festival de Anna Perenna, una de las fechas
más recordadas por la humanidad: los idus de marzo del 44 a . d. n. e. Algunos
consideran que la elección de esta fecha nada tiene de casual, marcando el fin
de la época cesariana y el inicio del imperio augusteo.
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